La directora del Banco Mundial (BM) para Centroamérica, Seynabou Sakho, aseguró que ante la crítica perspectiva económica que enfrenta la región debido a la pandemia del COVID-19, el cuidado del tejido social a largo plazo debe ser una prioridad.
En una entrevista con Efe, Sakho expresó que Centroamérica entró en la crisis sanitaria en una situación muy buena en términos de la salud del sector financiero, pero advirtió que el impacto de la pandemia es mayor del que se experimentó con la crisis económica mundial del 2008.
'Estamos apoyando a los países en estos momentos porque en el corto plazo la necesidad es la emergencia de salud, pero estamos preparando proyectos para apoyar la respuesta de equipos hospitalarios, unidades de cuidados intensivos y al mismo tiempo protegiendo la parte social porque es un trabajo de largo plazo', manifestó la jerarca.
Antes del inicio de la crisis provocada por el nuevo coronavirus Centroamérica en promedio, a excepción de Nicaragua (-3,9 %), registró un crecimiento económico entre el 2 % y un 3 %, por encima del promedio de 1,6 % para América Latina.
Sin embargo, el informe del Banco Mundial 'La economía en los tiempos del COVID-19', publicado el pasado 12 de abril, revela cifras desalentadoras y preocupantes para el 2020, con un crecimiento negativo promedio del -3 %, a lo que se suma que el panorama aún es de mucha incertidumbre porque se desconoce si será una crisis con efecto agudo y temporal.
En las proyecciones del BM se observa una estrepitosa caída de El Salvador y Nicaragua, este último en crisis sociopolítica desde el 2018, ambos con -4,3 %, para Costa Rica está estimado en -3,3 %, Honduras con -2,3 %, Panamá -2 % y Guatemala -1,8 %.
'Centroamérica está muy conectada a lo que pasa en Estados Unidos en términos de crecimiento, turismo, comercio y remesas, y todo lo que pasa ahí afecta a la región mucho más. Cuando llegó la pandemia la región estaba muy bien ubicada (...) pero las medidas de contención hacen que casi todas las economías, de una u otra manera, se hayan apagado y eso nos preocupa ', dijo Sakho.
Pese a todo este contexto, el Banco Mundial resaltó como punto positivo que para el año 2021 se prevé que con la reactivación de las actividades las cifras de crecimiento económico alcancen casi un 4 % a nivel regional.
Tres claves para enfrentar la emergencia
Para la directora regional del BM, la pandemia del nuevo coronavirus trae muchos desafíos para la región, ya que las medidas de contención, necesarias y urgentes para salvar vidas, tienen un costo en términos de empleo y actividad económica.
Por lo tanto, pese a que son muchos los retos hay tres áreas prioritarias: la salud, lo social y el empleo.
En la salud, el reto es que haya una respuesta adecuada a las urgencias de los pacientes con COVID-19, pero se trata de un sector que por mucho tiempo y por razones fiscales no ha recibido las inversiones ideales en la región.
La parte social, que tiene que ver con la protección y cuidado de los más vulnerables como las personas en situación de pobreza, exclusión social, indígenas, negros, mujeres, quienes deben ser atendidos por los gobiernos para que puedan suplir sus necesidades básicas.
'En Centroamérica el 37 % de la gente vive en situación de vulnerabilidad, están a punto de caer por debajo de la línea de pobreza, y este 'shock' es algo que nunca se ha visto y quiere decir que puede parar todos los progresos que se han hecho en términos de reducir la pobreza y de promover una clase media más amplia en la región', afirmó Sakho.
Mientras que la tercera área es el empleo, tanto formal como informal; las micro y pequeñas empresas que en este momento se encuentran sin liquidez y pueden llegar a un entorno menor de solvencia económica.
'La pérdida del empleo puede significar abandono escolar, desnutrición, informalidad, entonces se debe trabajar muy fuerte en el mediano-largo plazo para el retorno en los puestos de trabajo que ayuden a las personas a tener una inclusión productiva', destacó la experta.
Según el BM, el nivel de deuda en el que están incurriendo los países, que puede elevarse hasta en 10 puntos porcentuales del PIB, está justificado pero debe hacerse bien, con transparencia, priorización y eficiencia, ya que los países deben estar listos para el crecimiento del 2021 y buscar en el futuro una sostenibilidad fiscal y financiera.