Compartir:

A propósito del debate que se suscitó la semana anterior, luego de unas declaraciones de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez sobre la necesidad de incentivar que las mujeres estudiaran más carreras relacionadas con las ingenierías, las ciencias o las matemáticas para mejorar sus niveles de ingresos, surgen preguntas como ¿qué factores determinan que mujeres y hombres se decidan por una carrera u otra?, ¿existen sesgos culturales adquiridos y rasgos de personalidad que condicionan la escogencia de carrera? Algunas investigaciones dan luz en medio de la polémica.

Según el Observatorio Laboral para la Educación del Ministerio de Educación, en Colombia, mujeres y hombres eligen casi en la misma proporción estudiar carreras universitarias de negocios/economía y de ciencias de salud, sin embargo, cuando se trata de ciencias sociales, las mujeres se inclinan en mayor proporción por estas, mientras que los hombres lo hacen más por las ingenierías y afines.

Los psicólogos Darío Cvencek, Andrew Meltzoff y Anthony Greenwald, de la Universidad de Washington, encontraron que existen determinados estereotipos y prejuicios que los niños y niñas aprenden y normalizan desde la primaria, los cuales terminan marcando diferencias en su desarrollo intelectual futuro. En un estudio acerca de los estereotipos de género, realizado a niños de edades de entre 6 y 10 años, encontraron que los niños asociaron más las matemáticas a su propio género que las niñas. Este fenómeno opera en dos direcciones, pues el estudio también reveló que existe una identificación propia menor por parte de las niñas hacia las matemáticas.

Si esto puede ser así, ¿por qué es de interés público reducir la brecha de género en términos de la elección de carreras en las llamadas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas)? Para Alexander Villarraga, director de Economía de Uninorte, a primera vista podría pensarse que la decisión de cuál carrera estudiar y, por ende, la profesión que se desempeñará en el futuro, tiene consecuencias meramente personales en términos de ingresos y satisfacción.

'Sin embargo, las diferencia que existen entre hombres y mujeres en cuanto al tipo de carreras que siguen, generan efectos a nivel que agregado', señala Villarraga, y agrega que aumentar la participación de las mujeres en programas STEM podría generar grandes beneficios económicos a nivel individual y social.

Así lo plantea el trabajo realizado en la Unión Europea por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género, donde se estima que el cierre de brechas por género en carreras STEM tendría un impacto de entre 610 y 820 billones de euros en 2050. En cuanto al crecimiento de su PIB per cápita, los efectos serían del orden del 2,2% y el 3% en el mismo año.

Estos resultados se basan en los efectos que se darían en términos de aumento de la participación laboral de las mujeres, su acceso a mejores empleos y las correspondientes mejoras en productividad. 'Colombia no es ajena a la baja participación de las mujeres en programas STEM. Políticas y programas orientadas a eliminar estigmas, a garantizar educación de calidad para hombres y mujeres en todas las áreas y niveles, y a eliminar la discriminación de salarios según el género, no solo son políticamente correctos, sino que sus efectos económicos generarían bienestar para todos', apunta Villarraga.