El señor Afanador no le pide llenar extensos y complicados formularios, ni firmas de documentos con letra pequeña, ni que ponga su huella dactilar en ninguna parte. Él no dispone de un grupo especializado de estudio de crédito y mucho menos tiene acceso a las centrales de riesgo. Él simplemente se deja llevar por su intuición, acude a la buena fe de la gente y abre un ‘vale’ para que la vecina pueda llevar los víveres necesarios que le permitan sobrevivir en el diario a ella y a su familia.
Eso en Barranquilla, y muchas ciudades de Colombia se llama ‘fiao’, un sustantivo que proviene del verbo fiar que la Real Academia de la Lengua Española define pomposamente como: 'Vender sin tomar el precio de contado, para recibirlo en adelante', algo que el ser humano ha hecho por siglos y que, dependiendo del entorno, recibe diferentes nombres, pero que en esencia es lo mismo.
Las tiendas de barrio, ante la arremetida apabullante de los nuevos formatos minoristas que directamente han llegado a disputarle ese gran mercado minorista de consumo de víveres y abarrotes, con características similares, sobreviven muchas veces porque tienen esa capacidad de fiar al ‘ojo’, de la cual carecen estas empresas grandes.
Mitchel Afanador, comerciante del barrio San José, asegura que si bien esta práctica se mantiene ya no es tan frecuente como hace unos años. 'Es importante fiarle a una persona de las notas de confianza, que sean clientes y que sean responsables', señala.
Dice que entre los cambios que ha tenido el crédito está que los montos son menores y que se busca que se pague en el menor tiempo posible.
'Es que ahora los precios están muy altos y cuando compramos los productos debemos pagarlos inmediatamente' explica.
Competencia. Aunque Orlando Jiménez, vicepresidente de la Unión Nacional de Comerciantes (Undeco), en el Atlántico, reconoce que formatos como Ara, Justo y Bueno y D1, han golpeado al mercado de tiendas ubicadas en su zonas de influencia, pero dice que el tendero es un personaje del barrio que nunca va a desaparecer.
'El tendero, más que un proveedor de víveres, es un vecino más del barrio, es un amigo, es el que siempre te da la mano, que te saca del apuro. Contra eso no pueden competir las cadenas. Además, sigue fiando, confía en la gente de verdad, partiendo de esa relación que se ha fraguado a lo largo de tantos años', señala el dirigente gremial.
En Barranquilla la mayoría de los tenderos son oriundos del interior del país, pero a pesar de su acento claramente del páramo, son personas que han estado ahí en la misma esquina por generaciones, durante 30 o 40 años y ya se consideran locales
Dependiendo del estrato o del sector de la ciudad, el tendero vende lo que su cliente necesita estrictamente. Cuatro onzas de queso, dos tomates, una cebolla, un mazo de verduras revueltas, un cuarto de panela, cuatro limones, embutidos por unidades, aceite en bolsitas plásticas, al igual que otros productos de aseo como los lavalozas, desinfectantes y hasta detergentes al granel, al igual que el azúcar, la sal, el arroz o los granos.
'Será por eso que le gente en nuestros barrios no se mueren de hambre', se anima a decir un contertulio de una tienda del barrio San José, quien recoge la bolsita con lo que necesita su esposa para completar el almuerzo y mira la libreta en la que el tendero lleva informalmente la cuenta que el hombre le paga el día de la quincena.
Así de simple es la operación de un ‘fiao’ en las tiendas de Barranquilla. Usted, que lleva ya un tiempo comprándole en efectivo al tendero, le llegó el día en que se le puso dura la economía doméstica y en voz baja le pide el favor que si le puede dar unas ‘cositas’ mientras llega la quincena. Listo. Se procede enseguida.
No hay que tener codeudor, no hay que esperar a que le consulten en Datacrédito. Enseguida el tendero le entrega lo que necesite, hasta la carne o el pollo, dependiendo del caso y se lo ‘apunta’, confiando en que usted le va a quedar bien y va a cumplir con su obligación, lo cual casi siempre sucede.
Fiao estrato seis. Las tiendas manejan diferentes tipos de ‘fiaos’. Hay quienes tienen crédito abierto durante toda la quincena y solo después que le sacan la cuenta de lo que va a llevar, le dice al tendero la palabra mágica: 'apúntelo'.
Estas son personas ya veteranas en el arte de fiar, que miden sus gastos quincenales y saben que una vez le paguen en su lugar de trabajo, tiene que sacar lo del ‘vale’ del tendero, en aras de seguir contando con semejante beneficio.
Hay otro grupo que solo lo hace excepcionalmente y con mucho decoro acuden al tendero a pedirle un ‘fiao express’ que consiste en un crédito a corto plazo, porque en la empresa se demoraron en pagar o porque la quincena solo es hasta después del lunes festivo y hay que sobrevivir el fin de semana.
'Sin embargo hay que saber a quién se le fía porque a muchos casos donde uno va a buscar a la persona que tiene la deuda y ya se ha mudado', asegura María Martínez, tendera del barrio Porvenir.
Y si bien es cierto el ‘fiao’ se da mayoritariamente en los barrios de estratos populares, en aquellos donde residen las personas de mayor poder adquisitivo también se fía. Muchas veces la dueña de la casa sale a trabajar y encarga del quehacer diario a la empleada doméstica, quien goza de cierto monto a crédito en la tienda del barrio para atender las necesidades más urgentes de última hora que se puedan presentar en la casa.
Orlando Jiménez dice que esta práctica es más común de lo que la gente cree y que en estos barrios de estratos altos, los créditos pueden llegar a acumularse en cifras de hasta un millón de pesos al mes, mientras que, en los barrios populares, estas cifras varían entre los 20 mil y los 500 mil pesos mensuales.
La tienda se defiende. La tienda de barrio es una empresa familiar que generalmente pertenece al régimen simplificado, por lo cual no está obligada a llevar contabilidad, a retener IVA ni a necesitar los servicios de un contador.
La contabilidad que lleva el tendero suele ser muy básica y la hace una libreta 'de 100 hojas' como explica María, cuyas jeroglíficas cifras dispuestas en desorden, sólo ella entiende. El sistema ha funcionado por tantos años, que nunca se descuadran, tienen todo bajo control, no quedan mal a sus proveedores y logran tener unas buenas ganancias fundadas en su férrea disciplina para el trabajo incansable.
Ante la llegada de las cadenas de supermercados que apuntan a un formato similar a la tienda de autoservicio, el tendero de barrio se está defendiendo como puede. Ya en muchas tiendas se comercializan productos diferentes a los básicos víveres y abarrotes. El tendero destina un espacio para ofrecer productos básicos de ferretería, papelería, miscelánea, droguería, almuerzos y otros.
Además, muchos se han unido para hacer compras al por mayor entre varios y conseguir mejores precios. En algunas tiendas se venden almuerzos al mediodía y comidas rápidas por la noche, todo ello sumado al servicio a domicilio, han hecho que la tienda de barrio difícilmente claudique ante la competencia.
Pero sin duda alguna el ‘fiao’ hace parte de su actividad, algo con lo que estas grandes compañías no pueden pelear. Allí salen noqueadas de un solo golpe. El tendero es feliz, el cliente es feliz. Es el negocio del todos ganan sin tanto ‘papeleo’.
Sí al crédito. La directora de la Federación de Comerciantes (Fenalco) Atlántico, Yuliana Barandica, explica que la percepción de los comerciantes es positiva y receptiva en cuanto al ofrecimiento del financiamiento en el punto de venta, pues consideran que les ayuda al incremento de sus ventas, ampliación de su participación en el mercado a través de la diversificación de medios de pago distintos al de contado.
Un sondeo realizado por gremio en Barranquilla indica que el 74% de los comerciantes afirmó que implementar el popular 'fiao' en sus negocios, aumentaría sus ventas entre 6% y 20% y un 80% considera que además de incrementar sus ventas logran asegurar lealtad de sus clientes y tener disponibilidad de liquidez para sus negocios a fin de mes.