Para los habitantes del Caribe colombiano y mayores de 38 años de edad, la marca Triple Pizano no solo está asociada a la madera y sus productos derivados. El poder de su enseña y su permanencia en la memoria colectiva está en la relación que logró, a través de sus inversiones durante más de medio siglo en el Atlántico y Bolívar en el desarrollo de más de 10 proyectos de su industria, y en el valor agregado de apoyar un deporte regional como el béisbol.
El anuncio de liquidación judicial de Pizano S.A., por parte de la Superintendencia de Sociedades el pasado jueves, llevará al cierre 'ordenado de un patrimonio del deudor y de la protección de los derechos de los acreedores'. Pero también clausurará una etapa que arrancó con la decisión de sus fundadores de visionar en Barranquilla su centro de producción estratégico.
En 1954, la compañía abrió la planta de producción de láminas contrachapados en la carrera 38, avenida Hamburgo. Así proyectó cada década nuevas inversiones que siguieron en 1963, cuando instaló la ampliación de una línea producción de láminas de astillas aglomeradas. Y en 1973 arrancó con su primera iniciativa de reforestación en Luruaco (Atlántico).
Durante los años 60 y 70, su historia empresarial se reforzó con la presencia de la marca en el béisbol y dejó huella en glorias como René Morelos y Julio Peñaloza. Los dos exbeisbolistas hicieron parte de la masa laboral de empleados y de los equipos de Triplex Pizano en los torneos de la Liga del Atlántico. Entre 1965 y 1969, y 1974 y 1980, Pizano mostró músculo financiero para impulsar la pelota caliente.
Cuentan trabajadores de la época que los horarios laborales y las cuadrillas eran programados para reemplazar a los deportistas cuando entrenaban tres días a la semana. Los fines de semanas la logística de la empresa disponía para que empleados acompañarán al equipo en los juegos e incluía transporte y refrigerios, cuenta Julio Peñaloza, debutante con el primer equipo en el torneo de 1965.
'Los martes, miércoles y jueves salíamos con los uniformes, almorzábamos en los casinos, y los sábados cuando jugamos, trabajamos hasta el mediodía los sábados', agrega René Morelos, que es recordado como el dueño del hito de lanzar 18 entradas sin permitir carreras luciendo en el pecho la marca y en su gorra la 'P' el 6 de octubre de 1974. Morelos cargó con esa victoria de 2 carreras por una ante la novena Terminal después de cinco horas de juego en el desaparecido estadio Tomás Arrieta.
'En 1974 comencé con Pizano. Me hablaron para jugar en el Terminal, pero decidí ir a esta empresa que me ofreció trabajo y me pareció mejor el ambiente laboral. Había mucho béisbol, la amistad con todos los trabajadores, éramos muy unidos, muy fuertes. La gente nos apoyaba con nuestros trabajadores', cuenta Morelos, que inició en oficios varios hasta cuando decidió retirarse para dedicarse al béisbol profesional.
Los incentivos de los peloteros de Pizano se mantenían cuando eran llamados a integrar selecciones Colombia. Hasta 1981 recibieron bonos por $4.500 por fuera de su salario, precisa Rafael Torregrosa, actual empleado y expelotero.