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Colombia ocupa el puesto 10 de entre 25 países en el ranking general que mide el índice de sostenibilidad alimentaria, realizado por la Unidad de Inteligencia Económica de The Economist con el Barilla Center for Food and Nutrition. El país obtuvo un puntaje de 60,02 (en una calificación que va entre 0 y 100), que es positivo si lo comparamos con Francia, el país mejor evaluado, cuyo puntaje fue 67,53. India aparece en el último lugar con 43,17; mientras Argentina, México y Brasil, se ubicaron por debajo de Colombia, en los puestos 14, 15 y 20, respectivamente.

El índice clasifica a los 25 países analizados de acuerdo a su sistema de sostenibilidad alimentaria a través de tres dimensiones: la pérdida y el desperdicio de alimentos, agricultura sostenible, y retos nutricionales; además, divide en ocho categorías y 38 indicadores.

Entre los países analizados se encuentran los miembros del G20, que generan el 85% del PIB mundial y componen dos tercios de la población mundial: Francia, Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Rusia, Italia, China, Reino Unido, Argentina, Brasil, entro otros; e incluye cinco países más de otras regiones, entre los cuales se encuentra Colombia.

Al país no le va bien en la dimensión de desperdicio y pérdida de alimentos, donde tiene un puntaje de 50,81, por causa de los bajos logros en indicadores como la respuesta política ante la pérdida y desperdicio de alimentos. El informe señala que el desperdicio de alimentos es más frecuentes en países ricos y desarrollados, en los cuales los alimentos son más baratos.

Para David Díaz, profesor del IEEC de Uninorte, se requiere que las redes de distribución de los alimentos frescos o nuevos y los propensos al desperdicio por obsolescencia o por descartes, derivado de la manipulación, se diseñen y funcionen de manera integrada.

'Esta integración presenta características de bien público cuyos costos (de infraestructura principalmente) solo pueden ser asumidos por el estado. El acopio, almacenamiento y distribución de alimentos en riesgo de desperdiciarse exige que la política de seguridad alimentaria se interese también por la logística de distribución que todavía está muy precaria', agrega Díaz.

Mal uso del suelo. En la dimensión de agricultura sostenible, Colombia obtuvo relativamente un buen desempeño (59 puntos) al ubicarse en el noveno lugar, por encima de los vecinos Argentina y Brasil. El mejor indicador en esta dimensión es la administración del agua, pero aún hay que mejorar en aspectos como el uso de la tierra, la diversificación del sistema agrícola y en el impacto ambiental de la agricultura sobre la tierra; indicadores en los que obtuvo mal desempeño.

Néstor Garza, profesor del IEEC de Uninorte, dice que los resultados tienen mucho sentido, porque la concentración extrema de la propiedad en Colombia, ha llevado a un uso muy ineficiente. 'Grandes extensiones de los mejores suelos se dedican a actividades extensivas (como la ganadería), mientras que la explotación intensiva ocurre en localizaciones periféricas, con gran impacto en ecosistemas frágiles'.

De acuerdo con Garza, entre las posibles medidas remediales está la actualización catastral, permanente y orientada a la tributación territorial. Pues esta herramienta estimula el uso más intensivo de los mejores suelos (o los mejor localizados).

Bien en nutrición. En la dimensión de retos nutricionales fue donde el país obtuvo el mejor desempeño, al ubicarse en la posición cinco, con un puntaje de 65,64. Sin embargo, le queda por mejorar en el indicador de 'niveles de actividad física', en el cual obtuvo el menor puntaje (13) de todos los indicadores del índice. El país enfrenta un gran reto en materia de incentivar hábitos saludables, como el ejercicio físico, con el fin de prevenir y disminuir la incidencia de enfermedades cardiovasculares y no transmisibles, que son causadas principalmente por malos hábitos de alimentación y sedentarismo.

Los retos pendientes que tiene el país, van de la mano con los objetivos planteados por las Naciones Unidas en su Agenda de Desarrollo sostenible para 2030. Entre los objetivos plasmados en la Agenda se resaltan poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la agricultura sostenible.

En el proceso de posacuerdo en el que está Colombia, uno de los ejes principales es la reforma agraria, que está orientada a mejorar los niveles de desarrollo rural mediante la mejora de la capacidad productiva y la infraestructura productiva de los campesinos. El objetivo es disminuir las brechas socioeconómicas entre la ciudad y el campo, teniendo en cuenta que estas mejoras sean sostenibles a largo plazo con el medio ambiente.

Al mismo tiempo, es el momento de que el país intente opciones como la horticultura en las ciudades. En países caracterizados por desplazamientos del campo a las ciudades, donde se presentan procesos de urbanización de la pobreza, la horticultura es una alternativa para facilitar la ingesta de alimentos, lo cual tiene efectos positivos en el bienestar; incluso, según la FAO, tiene efectos a través de la salud en el capital humano, la productividad y el empleo.

Cómo vamos

Inseguridad alimentaria alta

La Fundación Corona, en alianza con la Red de Ciudades Cómo Vamos, analiza algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 10 ciudades del país. Los resultados arrojan que la tasa de inseguridad alimentaria leve o moderada es alta en las cuatro ciudades con información disponible, en donde Barranquilla es la de mayor tasa (46,9%), por encima de Bogotá (27%), Cali (32,8%) y Medellín (36,8%). Queda por determinar si las tasas elevadas en las ciudades están relacionadas con el acceso físico de los alimentos, que se refiere a la oferta y disponibilidad de alimentos para la población; o si las causas se relacionan con la capacidad de pagar los alimentos al precio establecido por el mercado, lo que podría acentuarse dada la pobreza y el grado de distribución del ingreso en las diferentes regiones.