Fue la noche de Howell Mena. No solo por el buen partido que jugó en la victoria de Junior 3-1 sobre América, este domingo en el estadio Metropolitano, principalmente porque lo hizo después de empezar la semana con la noticia más triste: la muerte de su señora madre, Luz Aurora Posada Villa.
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Después de una lucha de 13 años contra el cáncer, doña Luz Aurora se despidió de este mundo el lunes pasado y dejó al defensor rojiblanco con el alma herida.
Su Luz se apagó en la semana en la que a él se le encendió una posibilidad de jugar de titular. Justo cuando Nicolás Zalazar era baja en el equipo por expulsión y Howell aparecía como el único reemplazante natural para el argentino, sufrió ese duro golpe que tanto afecta a cualquier ser humano.
Pero ahí estaba Howell en el gramado del ‘Metro’, firme, concentrado, con sus habituales ‘pulseras’ de esparadrapo en las muñecas, con sus guayos bien amarrados, con ‘el cuchillo entre los dientes’ para dar la batalla por el triunfo de los ‘Tiburones’ frente al líder de la Liga II.
Ya César Farías, técnico del club caribeño, había aclarado durante la semana que el santandereano de 23 años estaba dispuesto a jugar “porque eso era lo que más feliz hacía a su mamá”.
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UNA DECISIÓN QUE CONSULTÓ
Sin embargo, más allá de la alegría que le generaba a doña Luz Aurora ver a Howell, y a sus otros dos hijos futbolistas, en un terreno de juego, no era una decisión fácil.
“El nos coge y nos pregunta: ¿qué les gustaría? Nosotros le respondimos que lo mismo que le hubiera gustado a mi mamá: que juegue su partido y triunfe. Le dijimos: enfóquese. Que no se trasnochara tanto pensándolo. Lo mantuvimos ocupado y lo mandábamos a descansar temprano. Lo ayudamos como familia, como cualquier ser humano, y le dimos la fortaleza para que afrontara ese partido”, contó Géiner Mena, hermano mayor del zaguero de Junior que también tuvo la experiencia de jugar a nivel profesional.
Mena solo se ausentó de la práctica del miércoles. El jueves, con el respaldo de sus compañeros y el cuerpo técnico, regresó a la sede de Junior a prepararse para el compromiso dominical contra los ‘Diablos Rojos’.
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“A mí fue el primero que me preguntó si debía jugar y le dije que no pensara en eso, que pensara en que mi mamá iba a estar alegre. Fue al entrenamiento y le pregunté: ¿cómo le fue con los compañeros? ‘Todos bien’, me contestó. Le dije: ‘bueno, papi, hágale pa’ lante, vaya con sus compañeros que también lo están necesitando’. No cualquiera juega después del fallecimiento de su mamá, pero tuvo el acompañamiento de su familia, de Junior y sus compañeros. Gracias a Dios todo le salió bien”, expresó Géiner.
CARGA EMOTIVA ANTES DEL COMIENZO DEL JUEGO
Ya en la cancha del ‘Metro’, minutos antes del pitazo inicial, Mena afrontó una gran carga emocional. Seguro se conmovió. Salió a la cancha con un letrero de aliento de parte de sus compañeros de equipo.
“Luz Aurora Posada Villa, siempre te llevaremos en el corazón, descansa en paz. ¡Fuerza, Howell!”, decía la pancarta que mostraron los jugadores de Junior en la cancha durante los actos protocolarios.
Luego, a través de la amplificación del estadio, Omar Barros, jefe de comunicaciones del club, anunció que había un minuto de silencio a la memoria de doña Luz Aurora. Mientras se escuchaba la trompeta con el toque de silencio y se mostraba la imagen de su madre en las dos pantallas gigantes del estadio, seguramente le pasaron muchas cosas por la cabeza a Howell.
Pero al empezar el partido, se metió de lleno en sus labores, en su función, en dejar todo para sacar adelante los tres puntos de Junior.
UN FINAL CON MEZCLA DE ALEGRÍA Y DOLOR
Al final del juego, con la satisfacción del deber cumplido, no se contuvo más y todo el coctel de emociones que vivió durante la semana, se desbordó a través de sus ojos. Estalló en lágrimas, en medio de los abrazos, voces de aliento y aplausos de sus compañeros.
Didier Moreno lo abrazó y lo mostraba al público para que lo alentaran. Lo ovacionaron y corearon su nombre en la tribuna sur y luego en oriental. Allá se acercó para abrazar a su esposa, a su pequeña hija, a sus hermanos y otros familiares.
Fue un abrazo completamente conmovedor, tierno, lleno de alegría y dolor al mismo tiempo. La gente aplaudió con admiración por la valentía de Howell para encarar el partido en medio de semejante adversidad.
“Fue un poco duro porque sabía que a mi mamá lo que más le gustaba era eso, que yo luchara por mis sueños, que eran parecidos a los de ella. A la hora de jugar sentí que se me estaba haciendo un poco difícil, porque uno quiere homenajearla de la mejor manera, pero uno adentro siente otras cosas. Le doy gracias a Dios y a ella porque me ayudó, y desde que tengo uso de razón me enseñó a salir adelante ante cualquier circunstancia. Siento que debe estar orgullosa de mí”, declaró Mena en rueda de prensa.
“Fue una forma de homenajearla. Dios y ella me dieron la fortaleza para aportar mi granito de arena en el triunfo de Junior”, agregó ya en la zona mixta.
Estaba muy agradecido con sus compañeros y con la hinchada. “El abrazo de solidaridad lo sentí desde el primer momento en el que falleció mi madre, porque nadie sabía que estaba grave. Esa fue una de las cosas fundamentales para poder salir al campo y aportar mi granito de arena al equipo. Empezando con el profe, que aceptó que en una situación tan dura pudiera actuar. Independientemente de lo que yo estaba sintiendo, él y el equipo se estaban jugando mucho. Fue muy bonito sentir dentro del campo ese respaldo que me daba la hinchada. Gracias a Dios salieron las cosas como se esperaba”.