Se puede ver el vaso medio lleno: “Punto es punto, de visitante, contra el mejor equipo de la fase regular, el más fuerte local, con el estadio Alfonso López lleno, con el cansancio acumulado por los viajes y los compromisos de Copa Libertadores”. O medio vacío: “Había que ganar, dar un golpe de autoridad, alejarse de los rivales, aprovechar las ventajas y marcar diferencia”.
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Las dos teorías son válidas, el punto sirve y tal vez faltó más ambición. La realidad es que Junior logró reprimir y controlar al Atlético Bucaramanga, pero su ataque no fue lo suficientemente desequilibrante y contundente para conquistar la victoria. Solo le alcanzó para un empate 0-0 en medio de un ambiente entusiasta y favorable para el anfitrión.
La etapa inicial resultó escasa en emociones. Hubo más faltas e interrupciones que juego asociado y oportunidades de gol.
Bucaramanga, a pesar del masivo respaldo de su afición, arriesgaba poco ofensivamente, apenas presionaba la salida de Junior tratando de forzar un error, y procuraba retroceder y armarse rápido para ponerse en disposición contragolpeadora.
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Junior maniataba a su adversario y ponía a circular la pelota, pero de manera estéril, sin profundizar, sin agresividad ni claridad de mediocampo hacia arriba. Solo José Enamorado mostraba intenciones de penetrar y hacer daño. El ‘Tiburón’ carecía de ambición. Se le veía muy conforme con el 0-0.
Yimmi Chará y Roberto Hinojoza no lograban trascender y darle el ritmo adecuado a la ofensiva. Tampoco sus laterales. Gabriel Fuentes estaba demasiado sobrador, amarrando mucho el balón y suponiendo faltas que el árbitro Jhon Ospina no pitó. Un par de veces dejó mal parado al equipo al pararse esperando que le sancionaran infracciones a favor.
Wálmer Pacheco se animó unas pocas veces, pero sin precisión en los pases. Víctor Cantillo quería elaborar jugadas sin encontrar eco en sus compañeros.
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Un remate del magdalenense al borde del área y un disparo de Enamorado de larga distancia fue lo más cercano a un gol. Bucaramanga solo se aproximó con un tiro libre de Carlos Henao. Pare de contar. De resto, escaramuzas de Sambueza y Micolta sin grave riesgo. Jermein Peña, que volvió a hacer un partido correcto, y Bryan Ceballos respiraron tranquilos. Poco y nada en las áreas.
En el segundo período, Junior seguía sin sacar a relucir la determinación necesaria para imponerse y dar el golpe de autoridad, pero sí se notó una leve mejoría e intención de buscar el arco contrario. Incluso, se presentaron un par de posesiones largas y vistosas en las cuales se requería mayor exactitud y correcta elección del receptor del pase para un final feliz.
Fuentes se pellizcó, se puso más serio y en una proyección suya casi se produce un gol de Chará tras combinación con Bacca. Lamentablemente Carlos Henao, con un planchazo, reprimió el grito del extremo vallecaucano, que continúa ofreciendo un despliegue físico solidario en las tareas defensivas, pero pobre en ataque. Aparece a cuentagotas en las acciones ofensivas.
Las insinuaciones se fueron difuminando con el transcurrir de los minutos y con las sustituciones, que no significaron un revulsivo para la ofensiva. ‘Cariaco’ pasó desapercibido. Marco Pérez prácticamente no tocó la bola. Y Castrillón se mantuvo más pendiente de taponar al oponente que de atacar.
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Junior no le dio más trabajo a Aldair Quintana, mientras el cuadro leopardo, que se veía sin ingenio y sin peso ofensivo para descorchar el marcador, sí exigió a fondo a Santiago Mele en un par de zapatazos desde fuera del área de Mosquera y Córdoba. Este último ya con los búcaros jugando con 10 hombres por la increíble expulsión de Misael Martínez. Solo permaneció cinco minutos en la cancha. Vio la roja por doble amonestación ante faltas sobre Wálmer y Jermein.
Solo se vivieron esos dos sustos, casi todo el tiempo hubo serenidad en la portería del uruguayo. El 0-0 terminó siendo un fiel reflejo de lo que sucedió en la cancha. Al final de la disputa del grupo A, haciendo un balance, se podrá responder a la pregunta: ¿faltó ambición o el punto sirve?