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No alcanzó la reacción de Junior. Llegó demasiado tarde y sin inspiración en un partido polémico y rocambolesco. Con los once hombres metidos en su campo, con todo su banco pidiendo desesperado el pitazo final y en medio de una descarada quemadera de tiempo (¿qué dirán esta vez Alberto Gamero y Macálister Silva del 'tiempo efectivo de juego'?), Millonarios logró redondear el triunfo 3-2 y ascender al séptimo lugar de la tabla de posiciones por encima del ‘Tiburón’, que pasó al octavo puesto.

En un duelo en llamas, que dio poco respiro, con un incomprensible error arbitral de Jorge Duarte que empezó a cambiar el marcador y trámite del juego, los rojiblancos quedaron al borde del precipicio. Saldrán de los ocho primeros si América derrota al Deportivo Pasto, este jueves en Cali (8:20 p.m.), o si Fortaleza supera por más de dos goles a La Equidad en Bogotá (4 p.m.).

Millonarios comenzó mejor y más decidido a buscar el arco rival. En los ocho primeros minutos exigió dos intervenciones de Santiago Mele, ante disparos de Castro y Cataño, y desperdició un mano a mano en los pies de Émerson Rivaldo.

Le costaba agarrar la pelota a los ‘Tiburones’ ante la intensidad y agresividad que propuso el rival de entrada, pero después de 15 minutos de sufrimiento comenzaron a afianzarse un poco en el campo de juego, a tocar la pelota y a intentar profundizar por los costados, a través de José Enamorado por la derecha y Gabriel Fuentes por la izquierda.

Se presentaron algunos acercamientos en los que la resolución de Caicedo (que otra vez estuvo estéril), Chará y el mismo Fuentes, a la hora de meter el pase decisivo o el centro, no fue acertada. No atinaron a encontrar a Carlos Bacca, que careció de oportunidades de gol.

De todas formas, Junior sacaba el arco en cero y el punto que necesitaba hasta que el árbitro Jorge Duarte increíblemente ignoró una clara falta de Leonardo Castro sobre Edwin Herrera que derivó en un tiro de esquina donde se presentó el primer gol, anotado precisamente por el delantero infractor.

A pesar de que el asistente uno, Richard Ortiz, levantó la banderola señalando la infracción previa al tanto de Castro, Duarte la ignoró y le dio continuidad al juego perjudicando a Junior. Los jugadores corrieron a protestarle al réferi, amenazaron con retirarse del partido y hasta se pararon cuando se pitó la reanudación.

Esa situación también produjo controversia y rencillas entre ambos equipos. Los azules, que minutos antes le recriminaron a Enamorado juego limpio por tomar una pelota que Juan Pablo Vargas dejó suelta para que atendieran a Daniel Ruiz (quien fingía una agresión), jugaron tratando de anotar a pesar de que los rojiblancos se encontraban estáticos.

Howell Mena encaró a Castro que casi anota de chilena y Bacca a otros jugadores locales. Hubo discusiones, empujones, reclamos. Se fueron 10 minutos en ambas polémicas, todas a partir de la grave equivocación arbitral.

En el segundo tiempo, cuando se esperaba una vigorosa respuesta de Junior, sobre todo después de la injusticia que padeció, todo se puso cuesta arriba. Jermein Peña rechazó un balón al que ninguno de sus compañeros acudió. Los cuatro hombres de arriba venían caminando, Cataño aprovechó las libertades y metió un pelotazo largo que tomó dormido a Mena, y Castro, que sí estaba despierto, brincó y cabeceó certero para vencer a Mele.

El cuidapalos charrúa aplazó el festejo del tercero en un mano a mano con Cataño, pero no pudo evitar la celebración y gran definición de Émerson Rivaldo Rodríguez, en una buena combinación con un compañero propiciada por un parpadeo de Fuentes.

Junior, que había empezado a tocar y a acercarse con alguito de peligro, perdía 3-0 al minuto 63. Parecía que se venía una goleada histórica, los rojiblancos no se pellizcaban en la cancha ni en el banco, donde Arturo Reyes nuevamente dejaba extinguir los minutos sin hacer modificaciones. Sin embargo, Bacca, con su carácter y calidad, marcó un golazo al recibir un pase de Chará, y motivó la dura misión de igualar el marcador.

Marco Pérez ejecutó con acierto el penalti que Émerson Rivaldo le hizo a Fuentes y la posibilidad del empate estaba latente, pero se fue esfumando con la imprecisión de sus hombres para levantar siquiera el balón hacia el área rival (donde se amontonaron los azules) y con una cínica marrullería de los pupilos de Gamero, quien predica a los cuatro vientos eso del 'tiempo efectivo de juego', pero lo aplica poco. Normal, todos los equipos queman tiempo, pero el DT samario suele hablar como si sus dirigidos fuesen inmaculados.

Más allá de eso, Junior reaccionó tarde y sin la suficiente inspiración.