Había que ganar. No era de neuronas, era un asunto de testosterona. Con las atajadas de Santiago Mele, con la incansable lucha de Didier Moreno, con la enjundia de Wálmer Pacheco y el esfuerzo de todos. No importa que haya sido defendiéndose como gato boca arriba, guerreando, forcejeando, peleando, protestando, empujando, reventando. Qué diablos que se haya conseguido al estilo que tanto se le ha reprochado a La Equidad (que no se le ha visto tanto este semestre). Junior se vio obligado, al quedar con diez hombres por la expulsión de Jermein Peña desde el minuto 30, a protegerse a ultranza durante todo el segundo tiempo y así le bastó para vencer 1-0 y lograr tres puntos vitales en la lucha por la clasificación en la Liga antes de comenzar su participación en Copa Libertadores (el miércoles ante Botafogo).
La etapa inicial estuvo marcada por las constantes interrupciones y las revisiones de VAR que significaron la expulsión de Jermein Peña por un intento de agresión a Felipe Acosta, que exageró simulando un golpe en el rostro que jamás existió.
Lo real es que el samario se dejó llevar por la calentura del juego y se le fue una mano que peinó al volante visitante. Una escena similar a la que le protagonizó Diego Novoa, arquero de Millonarios, contra Andrey Estupiñán en el reciente clásico capitalino, pero en esa acción el juez central juzgó de diferente manera. No hubo roja.
A Peña no se la perdonaron. Luis Delgado, que en principio había mostrado amarilla al zaguero, cambió su decisión y sacó la tarjeta roja tras revisar en el VAR.
Antes de que terminara angustiado y recogido en su campo con un hombre menos ante los acercamientos de ataque de Equidad, Junior había tenido total iniciativa ofensiva del juego ante un adversario resguardado de mitad de cancha hacia abajo, excesivamente conservador, a la caza de un parpadeo para aprovechar en el área de Santiago Mele.
Los dirigidos eran pacientes y tocaban de un lado al otro sin poder profundizar demasiado ni permanentemente. Eran el cerrajero con el oído pegado a la caja fuerte tratando de descifrar la clave para abrirla.
José Enamorado, con su habilidad y atrevimiento, por más que se demoraba un tanto para pasar el balón, era la mejor llave, a pesar de que despilfarro de cabeza jugada ofensiva más clara de los ‘Tiburones’ en el primer periodo.
A Gabriel Fuentes y Wálmer Pacheco les tenían los caminos cerrados, Víctor Cantillo no hallaba espacios para pases verticales. Todo era horizontal ante la vorágine que sembró Equidad.
Pero había un atajo que Junior no suele explotar y que está vez le resultó favorable. Tiro de esquina ejecutado a baja altura, remate sin potencia de Jermein Peña, mal rechazo de un defensor, rebote suelto y oportunismo de Didier Moreno para aprovechar.
El ánimo por el gol en la cancha y en la tribuna casi significa el 2-0, pero Washington Ortega le atajó a Bacca el penalti que le cometieron a Enamorado.
Para colmo de males llega la expulsión de Peña y se complicó todo.
Reyes sacrificó a Caicedo para incluir a Hómer Martínez de zaguero y le dio trámite al primer tiempo, que finalizó en medio del acoso visitante. Algo que se multiplicó en el segundo tiempo.
Junior empezó la segunda parte del partido sin Olivera, que se lesionó, y sin Bacca, por decisión técnica. Edwin Herrera y Marco Pérez ingresaron. El cartagenero jugó de lateral izquierdo y Fuentes pasó a ser defensa central junto a Hómer.
Los dos jugadores, que no desconocen esa posición, pero que no están habituados en el último tiempo, encabezaron la estrategia ultradefensiva que armó Junior ante las circunstancias.
A Equidad, equipo más acostumbrado a contraatacar, le costó el rol creativo y fue incapaz de aprovechar en el marcador el hombre de más. Llegó varias veces con peligro, de la mano de Johan Rojas, y volvió el partido una herradura, pero no fue contundente y se encontró con Mele.
El uruguayo respondió por abajo y por arriba, en medio de constantes centros y cobros de tiro de esquina.
Junior pudo aumentar el marcador un par de veces en un contragolpe que Didier Moreno y Marco Pérez no supieron resolver y en un remate con el arco solo de Castrillón, cuando Ortega había arriesgado en un tiro de esquina.
El equipo rojiblanco se propuso defender su gol de ventaja y lo consiguió a punta de ganas, garra, corazón y las atajadas de Mele. Poniendo todo.