La suerte parecía echada y el tiempo se extinguía. Cuando había más lamento que esperanza, más desilusión que optimismo y más queja que alegría. Marlon Piedrahíta levantó un centro, Germán Mera se elevó, amansó en su pecho el balón y lo dejó picar. Tras el primer bote, Didier Moreno se dio una media vuelta y en el aire impactó la pelota de forma espectacular. Fue una especie de cabriola que dejó sin oportunidad al arquero y empujó el balón hasta el fondo de la red... ¡GOOOOOOOOLLLLL! ¡GOOOOLAZOOO!
Aunque tuvo una escasa concurrencia, el estadio Metropolitano estalló de emoción. El agónico ‘pepazo’ de Didier Moreno, al segundo minuto de los cuatro adicionados por el árbitro, le devolvió la felicidad a los hinchas y le salvó a Junior tres puntos vitales que se estaban embolatando ante Jaguares.
El cuadro cordobés comenzó ganando con un autogol de James Sánchez al minuto 20 del primer tiempo. Los rojiblancos le dieron vuelta al marcador en el segundo periodo con dianas de Edwuin Cetré (54) y Miguel Borja (62). Sin embargo, los felinos sacaron su garra y estaban arañando el empate gracias al gol de Diomar Díaz (86).
Todo se derrumbó hasta que Moreno se inspiró y convirtió un gol de gran factura para sellar el 3-2 definitivo.
El primer tiempo fue oscuro para Junior. No era afinado en el toque del balón ni claro para hilvanar jugadas ofensivas.
'¿A qué juega?', era lo que se pensaba y se preguntaba en la tribuna. El equipo tiburón carecía de brújula, de hoja de ruta, de libreto, de movilidad, de asociación y de decisión para dominar y someter a su combativo rival que aplicó la misma estrategia que suelen aplicar los visitantes en el gramado del ‘Metro’, resguardarse atrás con orden y solidaridad.
Los rojiblancos eran incapaces de descifrar ese obvio y típico planteamiento. Había entusiasmo de Marlon Piedrahita, quien debutaba en esta temporada tras cumplir las seis fechas de sanción, y trataba de desequilibrar con Cetré, pero sin mucho éxito.
Didier Moreno y James Sánchez recuperaban rápido y eficazmente la pelota, pero a la hora de emprender los ataques, a Teófilo Gutiérrez se le perdió la batuta. Cada uno jugaba a su ritmo. Un equipo disperso, sin entendimiento, sin agresividad y sin idea de juego definida.
El afortunado gol de Jaguares al minuto 20, en un cobro de costado que James Sánchez peinó hacia su propio arco, hizo despertar tibiamente a los Tiburones. Hinestroza, que había estado errático y desaparecido, se pellizcó y protagonizó un par de acercamientos alentadores. Piedrahita y Borja se juntaron y fabricaron la mejor opción de gol local, pero el lateral definió incómodo y sin tino.
La reacción resultó un chaparrón que fue amainando.
Ya en el segundo tiempo, quizá con el pellizco de Julio Comesaña, el equipo salió más decidido y vigoroso para arrollar a su adversario y voltear el resultado.
Hubo más energía, firmeza y ambición. Se empezó a evidenciar quien era el local. Teo tomó el timón y empezó a conducir los ataques anfitriones.
Después del 2-1, el equipo sacó un poco el pie del acelerador, se descuidó y Jaguares, que no había hecho mucho por anotar, se encontró con el 2-2. Afortunadamente para Junior, ¡qué golazo Didier!