Si algo ha mostrado este Junior, aparte de buen fútbol, ha sido carácter y jerarquía. Le remontó un 3-0 al Tolima en la Liga, superó a Santa Fe (1-0) con dos hombres menos en una semifinal de Copa Sudamericana, logró la octava estrella cuatro días después de perder —quizá injustamente— una final continental, ganó la final de la superliga en penales, luego de igualar la serie en el último minuto, cuando ya todos lo daban por muerto y venció el pasado sábado al Medellín (3-2) en inferioridad numérica gran parte del compromiso. Más pruebas, imposible.
Junior ha encontrado esa fortaleza mental que le permite sobreponerse en la adversidad, un factor que en el pasado lo condenó y siempre se le criticó.
'Vamos agarrando experiencia y eso se está notando en la cancha. Hemos aprendido de todas las experiencias del pasado', explica el arquero uruguayo Sebastián Viera.
El triunfo ante el DIM ratifica esa mejoría en el aspecto mental. Entre más golpes recibía Junior más fuerte se hacía. Con un hombre menos remontó, por momentos se vio superior a su rival y cuando le tocó defender a muerte la victoria lo hizo con inteligencia y seguridad.
'Estamos unidos, esa es la clave. Este equipo dejó a un lado muchas cosas que le hacían daño, como lo egos. Hoy somos más fuertes, eso se está viendo reflejado en la cancha y en los resultados y la gente sale contenta del estadio, porque ve cómo nos entregamos. Ante el Medellín lo volvimos a demostrar, sacando adelante un partido duro con 10 hombres', manifestó el volante Luis Narváez.
Este Junior se ve más fuerte cada día y aún parece no tocar techo. A ese fútbol armónico le agrega ese ‘fuego sagrado’ que necesitan los campeones para alcanzar sus gestas. El liderazgo de los más experimentados y la rebeldía de los más chicos lo hacen un equipo completo. 'Queremos más, no nos conformamos', concluye ‘Teo’.