Estaban abatidos. Gabriel Fuentes se tiró en la grama a llorar inconsolable. Jarlan Barrera se refugió en su camiseta y la mojó con sus lágrimas. Teófilo Gutiérrez tenía la mirada gacha. Yony González también se lanzó a la grama. Mientras todo el escandaloso estadio Arena da Baixada latía emocionado por el título de Atlético Paranaense y los jugadores brasileños bailaban samba, se abrazaban y se cargaban mutuamente, a un costado de la tarima que se armó rápidamente para entregar las medallas y los trofeos, los integrantes de Junior vivían la tristeza y amargura de haber dejado escapar una gloria que estuvo en sus manos.
Fuentes y Jarlan, que desperdiciaron penaltis, fueron en apariencia, a lo lejos, los más golpeados con la derrota en definición por tiros desde los doce pasos. El lateral samario, que apenas encara su primer semestre continuo como titular de Junior, se jugó un partidazo de principio a fin. Actuó como un veterano, con firmeza, con temple, con enjundia y con una asombrosa calidad que lo llevará directamente a la Selección Colombia.
Jarlan durante el juego siempre estuvo en las principales acciones ofensivas del equipo. Hizo gala de su brillantez para conducir el balón y dio de qué hablar entre los torcedores locales. Su único pecado, despilfarrar el penal que hoy tendría festejando a los rojiblancos.
Los dos, más allá de esas imprecisas ejecuciones, son presente y futuro en el fútbol colombiano. Quizá eso era lo que les estaba recalcando Julio Avelino Comesaña, quien se acercó a consolarlos, especialmente a Fuentes, que es un chico de solo 20 años de edad.
También fue solidario con esos dos jugadores y con el resto de la plantilla el presidente Antonio Char, que hacía gestos indicándole a los muchachos que habían puesto corazón y alma en la cancha, que dieron todo y que había más razones para sentirse orgullosos que destrozados.
Cabizbajos se fueron retirando del gramado artificial rumbo al camerino, a terminar de masticar la amargura de la caida, pero a pensar en el desafío del próximo domingo ante el Medellín, en el estadio Atanasio Girardot, en la final de la Liga.