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Otra vez esos breves doce pasos fueron un calvario, de nuevo ese punto blanco resultó una bestia negra. Junior volvió a fallar un penalti en un momento crucial y desperdició la oportunidad de pegar primero en la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Paranaense, que con su propuesta defensiva terminó festejando un empate 1-1, anoche en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez.

Pablo, a los 50 minutos, abrió la cuenta para el cuadro brasileño en la única jugada de contragolpe que había producido a esa altura. Los rojiblancos respondieron de inmediato y dos minutos después, en una serie de rebotes que culminaron con una media volea sorpresiva y un golazo de Yony González, concretaron la igualdad.

Corría el minuto 72 cuando Pérez, el único jugador que había logrado acertar un penal en el último tiempo rojiblanco (lo hizo en el 2-0 ante Defensa y Justicia), se paró frente al portero Santos, tomó impulso y despachó un riflazo que prometía llevarse guantes o cualquier cosa que se interpusiera en su camino, pero el disparo se fue un tris arriba y el horizontal escupió el balón. El zaguero central, que el viernes pasado había sufrido el fallecimiento de su abuelo paterno, le pegó con el alma, aunque sin la suficiente dirección. 

¡Benditos penaltis! Yimmi Chará (Flamengo), Jonatan Álvez (Palmeiras), Teófilo Gutiérrez (Alianza Lima), Luis Carlos Ruiz (Boca Juniors), Jarlan Barrera (tres consecutivos, uno ante Palmeiras) y James Sánchez (Santa Fe) ya habían vivido esta saga de infortunios desde los doce pasos. 

La etapa inicial fue escasa en emociones. Los dos equipos parecían en ese primer round de estudio en el que dos boxeadores mantienen la guardia en alto mientras descubren las falencias del rival.

Sin embargo, era claro que Junior hacía un mayor esfuerzo por tratar de dar un golpe. Escrituró la pelota a su nombre y comenzó a moverla de un lado a otro tratando de descubrir una gotera en la doble línea de cuatro que dispuso el cuadro brasileño.

No hubo mucho chance de minar la hermética resistencia visitante. Atlético Paranaense no se estresó mucho al no tener el esférico y se mantuvieron apegados a su libreto conservador sin verle el rostro a Sebastián Viera. Se daba por estrategia y, sobre todo, porque la presión que ejercía Junior hacía que extraviaran rápidamente el balón.

Víctor Cantillo se echó el equipo al hombro y comenzó a regar el balón. Sin la salida constante por izquierda de Gabriel Fuentes y sin la calidad de Teófilo en el frente de ataque, ambos ausentes por sanción, había menos posibilidades de desequilibrar y profundizar. Jarlan Barrera, que no se vio tan fino como en otros partidos, recibió bien los envíos de Cantillo, pero después no tenía tantas posibilidades de dejar en situaciones de peligro a sus compañeros.

Luis Díaz, con un remate rasante desde fuera del área y con una inesperada media voléa, generó los mejores acercamientos del ‘Tiburón’ en la cabaña de Santos. El segundo tiempo no se inició bien para Junior. Paranaense se puso en ventaja con el tanto de Pablo. Parecía que se venía la noche, pero el empate de González inyectó de vigor a los dirigidos por Julio Comesaña. 

En la oleada ofensiva que emprendió Junior, se produjo un claro penalti contra Germán Gutiérrez y la afición, que llenó el 90% del estadio, se frotaba las manos de la emoción hasta que Pérez chocó el esférico contra el larguero.

La jugada, que hubiera podido sentenciar el triunfo a favor de los Tiburones, cayó como un baldado de agua fría. La hinchada y el mismo equipo se desanimaron y solo Jarlan Barrera, con un remate desde fuera del área que exigió una espectacular estirada de Santos, aproximó a Junior hacia una victoria que estuvo a solo doce pasos... ¡Benditos penaltis!