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Una noche mágica, con un público mágico. La afición rojiblanca le respondió al ‘Tiburón’. Los más de 30 mil espectadores que asistieron anoche al ‘Coloso de la Ciudadela’ impulsaron al cuadro barranquillero a su primera final continental, la de la Copa Sudamericana 2018.

Cuando el Junior se quedaba con un hombre menos, ahí estaban para respaldar; cuando se acababan las fuerzas, ahí estaban para animar; cuando los perjudicaban con decisiones arbitrales, ahí estaban para reclamar. La hinchada rojiblanca, que tanta falta hizo en el semestre, ayer dijo '¡presente!' para jugar un partido aparte desde la tribuna.

No hubo un solo instante en los 90 minutos del compromiso en que el ‘Tiburón’ se sintió solo. Los cánticos y los gritos nunca cesaron. Celebraron a rabiar el gol, a pesar de que el VAR alargó un poco ese alarido de celebración. El júbilo se apoderó de todos cuando el árbitro pitó penal a favor de los rojiblancos, pero el mal cobro de James Sánchez no los silenció, por el contrario, ahí estuvieron para animar.

Con las expulsiones, justa e injustas, se hicieron sentir, pidiendo justicia. Y cuando llegar las rojas al rival, las dos pedidas por la tribuna a rabiar, las celebraron como si fuera un gol más. Sin duda, una noche para el recuerdo.

Al final, el mejor premio. La clasificación. Y ahí volvieron a aparecer en su máximo esplendor para reconocer el esfuerzo inhumano de unos jugadores que anoche batallaron como guerreros para responderle a una hinchada que ayer demostró que cuando se lo propone.

'¡Juniorrr, Junior de mi vida, dame una alegría, quiero ser campeónnn…! ¡Sabes todo lo que siento, yo te llevo adentro, de mi corazónnn!', así, con ese cántico enfurecido, se bajó el telón en una noche para el recuerdo en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez.