En el semestre que la incredulidad y el escepticismo reinaban, Junior seduce a su afición. Sus golazos, su buen fútbol, las victorias y el regreso al estadio Romelio Martínez cambiaron el ambiente adverso y pesimista por uno más agradable y positivo.
El claro y contundente triunfo de los rojiblancos 3-0 sobre el Atlético Huila, el domingo anterior en el estadio de la calle 72, repitió la fiesta en la cancha y en las tribunas. La hinchada abarrotó las graderías y se deleitó con el onceno dirigido por Julio Avelino Comesaña.
Todo era cheveridad, goce y diversión hasta que apareció un grupo de barristas aguafiestas en la tribuna techada, la tradicional que da a la carrera 46, y armó una trifulca que desdibujó el espíritu de sano esparcimiento que debe rodear un escenario deportivo.
Empujones, puños, patadas, desorden y hasta vandalismo (algunos aficionados denunciaron que los involucrados en el incidente trataron de arrancar las sillas para lanzárselas a sus oponentes). Afortunadamente la Policía actuó rápido y oportunamente para apagar el ‘fuego’.
Esa bronca entre unos cuantos desadaptados fue lo único malo de la victoria de los Tiburones ante el cuadro opita. Este tipo de manchas deslucen un poco el espectáculo deportivo e incomodan a los otros fanáticos que sí van a disfrutar el show futbolero y, afortunadamente, son mayoría.