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Duros de cubrir. Así se han vuelto los entrenamientos de Junior para los periodistas deportivos de la ciudad. Cada día aparecen más restricciones y escollos para los medios en la sede Adelita de Char, en Sabanilla. Primero que todo, no existen boletines, correos, mensajes al celular ni ninguna forma de comunicación preestablecida sobre la programación, horarios y sitios de práctica. Tampoco avisos o alertas en caso de cambios.

Ya en la sede, los fotógrafos y camarógrafos están limitados a una zona demasiado lejana a la cancha elegida por el cuerpo técnico para que los jugadores se ejerciten y desarrollen sus trabajos. En la sede Adelita de Char existen solo dos terrenos de juego, uno que se encuentra cercano y en frente de la tribuna y área de prensa, y otro que se ubica a una distancia de unos 200 metros, aproximadamente, con diversos obstáculos (árboles, ramas, avisos publicitarios e implementos) que impiden la visibilidad.

Se había anunciado en algún momento que reporteros gráficos y camarógrafos contarían con un espacio de 15 o 20 minutos para captar imágenes en la cancha distante, pero esto se ha venido incumpliendo desde hace rato sin ninguna explicación. El técnico Julio Comesaña dice que es decisión de los encargados de las comunicaciones y estos, en representación de Didier Cano, quien permanentemente asiste a las prácticas, aducen que es determinación del entrenador.

Mientras la pelotica pasa de un lado a otro, los perjudicados son los medios de comunicación que no pueden lograr buenas imágenes.

Para colmo de males, cuando finalizan los entrenamientos y los periodistas se disponen a realizar sus entrevistas, dependen de los jugadores designados por el club para declarar. No hay un número definido de futbolistas que hablan a la prensa. A veces cuatro, tres, dos o ninguno como iba a suceder este lunes festivo. Cano se acercó a los periodistas y dijo que nadie hablaría. Una decisión unilateral y que no se había avisado con anterioridad.

Obviamente, los comunicadores que madrugaron y acudieron al sitio de práctica en busca de voces rojiblancas a dos días de un partido de Copa (ante Once Caldas) y en la semana del debut en la Liga, se quejaron y exigieron entrevistas. Solo llevaron al zaguero Jefferson Gómez. De su cuenta, los periodistas abordaron a Sebastián Hernández, quien accedió amablemente al diálogo, y a Jarlan, que también aceptó, pero fue retirado abruptamente por Cano cuando se disponía a declarar.

Comesaña y Junior como club está en libertad de entrenar a puerta cerrada y decidir cuántos y cuáles jugadores, a qué horas y en qué lugar, hablan, pero todo debe estar previsto y regido por normas claras, escritas y comunicadas oportunamente. Si existe la información necesaria sobre la manera en que se tratará a los medios, existirán menos inconvenientes para todos.

Los medios deben emplear un transporte y enviar personal para cubrir los entrenamientos que se desarrollan en una sede distante. Así que acudir hasta allá en vano, sin poder ejercer la labor, implica una serie de traumatismos en la planificación del trabajo, unos costos y tiempo perdido. Por eso y por respeto a los reporteros, Junior debe organizar mejor su atención a la prensa y no ponerle más obstáculos.

Extraña la situación si se quiere sostener una comunión del club con la prensa y los aficionados. No es coherente obstaculizando los medios que establecen el vínculo equipo-afición.