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Junior le dio a su afición un trago amargo en vísperas de Carnaval. La clasificación a la fase de grupos de la Copa Libertadores, que caía ‘monocuco’ a la hinchada rojiblanca en pleno amanecer de la gran rumba de Barranquilla, significó una tremenda frustración. ¡Qué dolor! ¡Qué pena! ‘El Tiburón’ se puso el disfraz de la vergüenza y cayó estrepitosamente 3-1 ante Atlético Tucumán, ayer en el estadio Monumental José Fierro, donde se vivió una fiesta albiceleste.

Unos 35 mil aficionados argentinos abarrotaron las graderías del escenario tucumano y gozaron con los goles de Rodrigo Aliendro, a los 19 minutos de juego; Cristian Menéndez, a los 23, y Fernando Zampedri, a los 28. En solo diez minutos, los rojiblancos recibieron tres goles y comenzaron a protagonizar un monumental ridículo.

La cumbia nunca sonó, pero le dieron un baile a Junior a partir del primer tanto. En medio de la pasividad y fragilidad del sistema defensivo del equipo, el resultado termina siendo noble.

Los dirigidos por Alberto Gamero comenzaron bien. Tenían controlado la propuesta ofensiva del local, que no se le veía manera de llegar. Parecía mejor perfilado ofensivamente el visitante hasta que sus defensores comenzaron a contar ovejitas y Tucumán, con escaso toque y fútbol, pero repleto de ganas y determinación, se avivó y aprovechó.

A partir del primer gol, conquistado por Rodrigo Aliendro tras un mal rechazo de Deivy Balanta, todo se derrumbó. Junior sucumbió en medio de un mar de nerviosismo, pasividad y fragilidad. No salió a flote el carácter, no apareció el temple, no se asomó la jerarquía.

Atlético Tucumán, tal y como hizo Chapecoense el año pasado en los cuartos de final de la Copa Sudamericana, arrasó a base de garra, vehemencia, lucha, entrega, vigor, pundonor, enjundia, verraquera, perrenque, llámelo como quiera, pero nada de eso tuvo Junior.

Nunca hubo una reacción enérgica y que hiciera pensar en la resurrección de Gamero y sus muchachos. Nada. Ni los que estaban jugando ni los que entraron a la cancha lograron llevar el extintor para evitar que Tucumán siguiera quemando el rancho.

La mala puntería de Zampedri y Aliendro en varias oportunidades de gol evitaron que la paliza fuese más abultada aún. Llegaba con total facilidad el club argentino. Los tiburones estaban roncando.

En los minutos finales, Sebastián Hernández consiguió el descuento en una jugada aislada y le dio la esperanza de clasificación a Junior. Por poco llega en la agonía en una media vuelta de Aponzá que el veterano arquero Cristian Lucchetti salvó providencialmente con una mano.

Junior resultó una comparsa sin ton ni son, el Carnaval fue tucumano.