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La noche del lunes prometía ser una celebración para los Angels, que lograron una victoria 7-4 ante los Dodgers, sus eternos rivales. Sin embargo, lo que debía ser un triunfo alegre se transformó en una escena de angustia y conmoción cuando el jardinero cordobés Gustavo Campero cayó lesionado de forma alarmante en la octava entrada.

La jugada, que comenzó como un acto de entrega heroica, terminó en una imagen difícil de olvidar. Campero se elevó contra la pared del jardín derecho intentando robar un jonrón a Max Muncy. Pero al descender, su pie izquierdo quedó atrapado, y su cuerpo colapsó con un movimiento antinatural que arrancó gritos de las gradas. En cuestión de segundos, la emoción del juego fue reemplazada por un silencio pesado, cortado solo por los lamentos del pelotero colombiano.

El personal médico ingresó rápidamente al campo mientras compañeros de equipo y rivales miraban impotentes. Campero fue retirado en camilla, visiblemente afectado, sin poder apoyar la pierna lesionada. El rostro de sus compañeros en el dugout reflejaba una mezcla de miedo e impotencia, mientras la preocupación por su salud eclipsaba el marcador final.

Aunque los Angels celebraron una victoria clave en sus aspiraciones de postemporada, la noche no será recordada por el resultado, sino por el estremecedor momento que dejó al estadio sin aliento. Ahora, toda la organización y la afición mantienen la mirada puesta en un solo punto: el parte médico del cordobés Gustavo Campero.

El colombiano, quien ha tenido un inicio de temporada complicado con un promedio de bateo de .172 en 28 apariciones, no pudo sumar hits el lunes, pero sí impulsó una carrera al llevar a Yoan Moncada al plato con un rodado al campocorto.