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La jugadora Jenni Hermoso ha asegurado este lunes ante un juez que “en ningún momento” aprobó el beso que le dio su “jefe”, el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales, tras la final del Mundial en Sídney en 2023, y ha dejado claro que no tiene que estar “llorando en una habitación” para demostrar ese rechazo.

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Con tono firme y seguro, pese a algún quiebro puntual en la voz, Jenni Hermoso ha reiterado que no consintió aquel beso de Rubiales que empañó la primera victoria de un Mundial por la selección femenina, y ha relatado las presiones a las que se la sometió para, en palabras de uno de los acusados, “quitarle el mayor marrón de su vida” a Rubiales.

Lo ha hecho durante más de dos horas en su declaración en la Audiencia Nacional, que acoge desde este lunes el juicio en el que Rubiales afronta una petición de dos años y medio de cárcel y en el que comparte banquillo con el exdirector deportivo de la selección masculina Albert Luque, el exentrenador de la femenina Jorge Vilda y el exjefe de marketing de la RFEF, Rubén Rivera.

Estos son algunos de los principales momentos de su declaración:

“No lo aprobé”

En repetidas ocasiones ha asegurado Jenni Hermoso que ni aprobó ni consintió ni propició el beso de Rubiales tras la final del Mundial, segundos después de saludar a la reina y a la infanta Sofía en el palco de autoridades, aquel 20 de agosto de 2023.

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Durante el saludo, ella le dijo “la que hemos liado”; él pegó un brinco y afirmó “sin ti no lo hubiéramos conseguido”. “Lo siguiente fueron sus manos en mis orejas y lo siguiente es el beso”, ha indicado, y ha reiterado que en ningún momento escuchó a Rubiales preguntarle si podía darle “un piquito” o “un besito”, como este sostiene; y si lo hubiese oído, ha recalcado, no habría accedido.

“Fueron milésimas de segundo” en las que no tuvo “capacidad de reaccionar en ningún momento”, según la jugadora, quien nada más bajar, sintió “que eso no había sido normal”, y se sintió violentada y “poco respetada”.

“Me estaba besando mi jefe y esto no ocurre ni debe ocurrir”

La jugadora ha expresado su rechazo a la conducta de Rubiales y ha asegurado que “desde el primer momento”, sin sentirse presionada, pensó en denunciar aquella actuación, que ni buscó ni “mucho menos” esperó.

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“Estaba fuera de contexto totalmente, sabía que me estaba besando mi jefe y esto no ocurre ni debe ocurrir en ningún ámbito laboral o social”, ha aseverado Hermoso, que ha negado varias veces haber sido informada sobre un protocolo antiacoso en la Federación.

“No tengo que estar llorando en una habitación”

Mediante algunas preguntas se han cuestionado las declaraciones que dio la jugadora a la cadena Cope justo después del encuentro, la forma en la que comentó lo ocurrido a sus compañeras en el vestuario, o su reacción ante un meme que comparaba lo que pasó con el beso entre Iker Casillas y Sara Carbonero tras el Mundial de Sudáfrica en 2010.

Ante estas cuestiones y tras subrayar que alguno de esos vídeos por los que la han preguntado estaba editado, Jenni Hermoso ha querido dejar algo claro: “Mi actitud de cómo esté no quita lo que yo siento. No tengo ni que estar llorando en una habitación ni haberme tirado al suelo cuando pasó el acto para dar a entender que eso no me gustó”.

La jugadora ha explicado que al principio evitó comentar demasiado lo sucedido para que no se centrase el foco en eso, sino en el triunfo de la Selección, y por respeto a sus compañeras, que habían luchado mucho por conseguirlo. Pese a ello, ha lamentado: “Mancharon uno de los días más felices de mi vida”.

Presiones para “pararlo de alguna manera”

Después del beso, según el relato de la jugadora, llegaron las “incontables” peticiones para que hiciese un comunicado conjunto tratando de justificar a Rubiales, quien durante la escala en Doha se lo solicitó por sus hijas e incluso le llegó a decir algo que ella ha confesado que le dolió: “A ti y a mí nos gusta lo mismo”.

Jenni Hermoso ha pormenorizado todas esas presiones, que también abarcaron el trayecto hacia el aeropuerto, el avión de vuelta a España y el posterior viaje a Ibiza, y que implican a los otros acusados, como Vilda, que intentó convencerla a ella y a su hermano, a quien sugirió que se la “compensaría”.

Ya en Ibiza, según la futbolista, Rubén Rivera insistió y después Albert Luque, quien llegó a decir a una amiga suya que ella debía haber ayudado a quitar a Rubiales “el mayor marrón de su vida”, además de subrayar su “bajeza humana”.

Ha dicho que fue consciente de las represalias a las que podía enfrentarse por su negativa a colaborar y, es más, ha apuntado que en la siguiente convocatoria no fue llamada por la sucesora de Vilda, Montse Tomé.

Totalmente sola y “desprotegidísima”

Jenni Hermoso ha dicho que se sintió “totalmente sola” y “desprotegidísima” por parte de la Federación, que debía ser su “lugar seguro”, ya que nadie se preocupó por cómo estaba o qué necesitaba.

La jugadora ha dicho sentir que, desde aquel episodio, su vida parece que ha quedado en “stand by” y ha confesado que se siente aliviada de vivir en México, donde juega en el Tigres de la UANL, por la presión mediática que vivió tras aquel episodio, al llegar a Madrid, donde le seguían medios “24 horas”.

“No pude disfrutar lo que es ser campeona del mundo”, ha lamentado.