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“Argemiro, esto es de nosotros, Ohtani va pegar el 50″, le dijo el periodista barranquillero Eduardo Cepeda a su colega, contertulio y paisano Argemiro Ortiz, la tarde del pasado jueves 19 de septiembre, sentados en las gradas del Loandepot Park, casa de los Marlins de Miami.

Estos dos periodistas barranquilleros fueron testigos de excepción de la consagración de uno de los atletas más grandes en la historia del béisbol, quizás el mejor de todos, el japonés Shohei Ohtani, que se convirtió en el primer ser humano en las Grandes Ligas con una temporada regular 50 o más cuadrangulares y 50 o más bases robadas.

Para ese partido de aquel jueves, entre Dodgers de Los Ángeles y Marlins, el astro nipón estaba estacionado en 49 bases robadas y 48 cuadrangulares.

Luego de tres turnos bateados iba en racha de 3-3 con dos dobles, pero los vuelacercas no aparecían, en la primera entrada se había robado la tercera base para cumplir con la primera parte del récord.

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“Así es, iba en sexto de 3-3 y si en ese hacía el jonrón, sería un final de foto finish y ahí hace el jonrón, el 49, ‘esto va a ser nuestro’, le dije a Argemiro”, comentó Cepeda desde Miami a EL HERALDO, recordando toda la expectativa de un viaje que se comenzó a fraguar hace varias semanas.

“Yo desde Clásico Mundial vengo siguiendo a Ohtani, me dolió mucho la operación que le hicieron de ‘Tommy John’ en el codo, tenía todo preparado para viajar y le dije a Argemiro que necesitaba un compañero de batalla, para viajar solo soy muy nervioso”, explicó.

Una prediccón cumplida

Las cuentas las comenzaron a hacer cuando el japonés estaba por los 44 jonrones y Eduardo, que en su momento fue mánager de béisbol, junto a un conocedor en profundidad de la pelota como lo es Argemiro, sacó cuentas y predijo que en uno de los tres duelos en Miami se podría da la hazaña.

“Te tengo el plan perfecto, en Miami va a hacer algo importante”, le anticipó Cepeda a Ortiz, pero había un detalle: Argemiro no tenía visa.

“Acabo de cumplir 60 años y tengo 40 años de periodismo, se venía la posibilidad de hacer la vuelta de la visa y en 15 días salió, comenzamos a hacer el operativo del viaje. Son cosas que le vas a mostrar en a los nietos. Yo con 60 años nunca había salido del país y salí para ver esto”, explicó Argemiro, conocido como ‘El Poli’, en el mundo del periodismo.

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Desembarcaron en la ‘Ciudad del Sol’ para ver los tres partidos, pues el japonés llegaba a la casa de los ‘peces’ en la Florida con 48 bases robadas y 47 jonrones. Luego de los dos primeros partidos, la cuenta estaba en 49 estafadas y 48 vuelacercas.

El partido del jueves fue más temprano y cayó un aguacero, fue menos gente, pero el que estaba encendido era Shohei.

“En los dos partidos anteriores ni se asomó a calentar, todo lo hacía ya sea dentro del club house o el dogout. Pero ese día lo vimos corriendo en el campo, estirando, con mucha energía. ‘¡Este es el día!’ le dije a Argemiro”, reseñó Eduardo.

Entrar fue toda una aventura

El solo entrar al estadio ya fue un desafío. Parece que Japón se quedó sin periodistas, pues todos se fueron al parque de pelota a ver el juego y los damnificados fueron los dos barranquilleros.

“No contábamos con que la MLB no nos iba a dar credencial porque todos los periodistas japoneses se vinieron para acá, entonces los cupos se completaron. Buscamos unos padrinos como Luis Felipe ‘Pipe’ Urueta (coach de banco de los Marlins) y Harold Herrera (scout de los Mets), que uno los vio de peloteros muy jóvenes, y ellos se ‘pusieron la diez’, nos ayudaron a entrar a la grada”, explicó Argemiro.

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Entraron al estadio, que ese día tenía unas 15 mil personas. Es decir, sobraban sillas y ahí fue cuando se les salió el barranquillero, en pleno estadio de las Ligas Mayores.

“Nos tocó en la fila 23, en las sillas 5 y 6, pero vimos unas sillas vacías y nos fuimos para allá, más adelante, se nos salió la sagacidad de los barranquilleros y nos acomodamos ahí”, dijo con humor Ortiz.

Llegó el batazo esperado

El momento del batazo Eduardo lo dejó grabado para la posteridad en un video que le mandó a todos sus amigos: “Se va… se fue, se fue, se fue… ¡El cincuenta nooooojoooodaaaa!”, se desgañitó emocionado, tanto que al hacer esta entrevista la voz apenas y se le escuchaba.

“Después del gol de Osvaldo Mackenzie (Metropolitano 1993), ha sido esto lo más emocionante que viví en un estadio. Las 15 mil personas hicieron fuerza para empujar la bola. Ayer había menos gente, pero más energía, nadie estaba sentado, fue una cosa maravillosa”, relató Cepeda.

“Mira, yo desde el hit de oro de Édgar Rentería (Estadio Pro Player), cuando los Marlins ganaron la Serie Mundial en 1997, yo no me emocionaba tanto con una jugada ni con jugador”, dijo lacónico Argemiro.

CortesíaEduardo Cepeda, en el campo de juego, se tomó una selfie con Gio Urshela.Cortesía.

Un corazón curado

Shohei Ohtani cerró la tarde de 6-6, con tres jonrones, dos dobles, dos bases robadas, cuatro carreras anotadas y diez impulsadas. Pero, Eduardo, terminó con el corazón resanado.

El 31 de julio pasado falleció su esposa y compañera de toda la vida, la doctora Milena Bustamante.

La razón original por la cual compró los tiquetes para el viaje a Estados Unidos, era para ir a comprar unos implementos médicos para ella, pero la vida no le alcanzó.

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“Mira yo a ella la tengo en todo momento presente, siempre en mi corazón. Y esa alegría de ayer viendo a Ohtani fue un oasis en mi corazón. Este viaje estaba planeado para comprarle uniformes de medicina y otras cosas, pero esta serie fue un oasis de alegría en medio de mar de tristeza”, admitió.

Eduardo y Argemiro continuarán en Miami viendo los juegos, pues ahora se juega una serie contra los Bravos de Gio Urshela, que luchan por avanzar a la postemporada, eso sí con ganas de ponerle acento barranquillero a la ‘Gran Carpa’.