Hace dos días, una imagen se hacía viral en Wimbledon. Novak Djokovic ayudaba a los voluntarios de Wimbledon a destapar las lonas de las pistas de entrenamiento para poder ejercitarse. Este acto, que podría ser interpretado como simple espontaneidad, servía para que varios usuarios de las redes sociales esgrimieran un argumento: “No sabe qué hacer para que le quieran”.
Djokovic ha convivido desde los inicios de su carrera hace dos décadas con el estigma de ser el tercero en la relación entre Roger Federer y Rafael Nadal. Fue el que se entrometió entre dos tenistas que pugnaban en la mayor rivalidad de la historia del deporte y la más perfecta de todas.
“Uno era zurdo, con mucha fuerza, que lucha por todas las bolas, y el otro es un jugador que parece que juega sin esfuerzo y que flota sobre la pista. Han sido tan buenos y tan respetuosos el uno con el otro que ha sido muy fácil quererlos”, cuenta a EFE Tommy Haas, quien jugara 31 partidos contra el ‘Big Three’, en el All England Club.
“Siempre necesitas un Djokovic. En el deporte siempre tienes que tener a esa clase de tío, que se meta en una rivalidad como la de Roger y Rafa”, apunta el alemán después del último episodio de Djokovic, que explotó contra la pista central por su preferencia por Holger Rune este lunes.
El serbio fue muy claro ante los 15.000 espectadores de la pista central. “Para los que me respetaron, buenas noches. Para los que no, buuuuuuenas noches”, dijo, imitando a una grada que aprovechó la ‘u’ de Rune para imitar un abucheo hacia Djokovic.