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El Real Madrid recuperó, cuatro años después, el trono al conquistar en Málaga su vigésima novena Copa del Rey en un clásico vibrante que no se decidió hasta el último cuarto y en el que su mayor juego coral y la exhibición del pívot francés Vincent Poirier fueron determinantes para tumbar la resistencia del Barça y desequilibrar la balanza a su favor (96-85).