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Adentro había fiesta. Todos tranquilos, cómodos y felices. Afuera hubo tumultos, caos e inconformismo. No todo fue felicidad en el segundo duelo de la final del béisbol colombiano entre Caimanes de Barranquilla y Vaqueros de Montería, este miércoles en el estadio de Édgar Rentería. Se presentó sobrecupo en el escenario con capacidad para 9 mil espectadores (aproximadamente).

La fiebre beisbolera con motivo de la final, que ya se había visto reflejada el martes en la masiva asistencia al primer choque, contagió a mucha más gente en el segundo compromiso.

Caimanes mantuvo la promoción que permitía la entrada gratis de las mujeres, y esta vez todo se salió de control. Muchísimo público compró boleta, muchas damas acudieron.

Largas filas se presentaron, como ha sido costumbre en las finales de los últimos años desde que existe el Édgar Rentería. El escenario peloteril de los barranquilleros se fue llenando rápidamente y hubo un momento, con un tumulto de gente afuera deseosa de ingresar, un gran número con boleta en mano, que la organización logística de Caimanes se vio obligada a cerrar las puertas y a emitir un mensaje en sus redes sociales.