Ya había debutado en las Grandes Ligas, pero todavía no era ni sombra de la estrella legendaria en la que se convirtió después. Brooks Robinson apenas tenía 18 años de edad, seis juegos en Las Mayores, 22 turnos al bate y solo dos hits cuando llegó a Barranquilla para jugar en el Willard en la temporada del béisbol colombiano 1955-1956.