En una semana que Mourinho calificó como 'peligrosa', el Roma pasó de la alegría de vencer a la Real Sociedad en Liga Europa a estrellarse en casa ante el Sassuolo y, por tanto, encarar el partido de vuelta ante el conjunto donostiarra con las dudas de un equipo que encajó cuatro goles en su fortín.
No recibía el conjunto 'giallorosso' en Serie A, como local, desde el pasado 13 de noviembre. Ese equipo seguro, inexpugnable en su Coliseo particular, sucumbió ante un Sassuolo de mitad de tabla que le hizo tres goles en el primer acto y el definitivo en el segundo de un partido con un aura enrarecida.
Y es que la sanción que finalmente se impuso a Mourinho de dos partidos desembocó en una multitudinaria pañolada blanca de todo Olímpico de Roma a modo de queja contra la Federación Italiana de Fútbol y como apoyo a su líder.
Un Mourinho que se vio obligado a rotar tras el partido del jueves y las lesiones. Sentó a Mancini y Dybala, Cristante cumplió ciclo de amonestaciones, y Pellegrini y Belloti estaban lesionados. No era el once tipo de Mou, que hasta ahora, pese a las bajas, había sacado adelante los resultados en casa.
Pero es que un Roma sin Dybala es mucho menos Roma. Sin su líder en el verde, la 'Loba' no se encuentra, no carbura, lo pasa mal para oxigenar, especialmente ante equipos con tanta presencia ofensiva como este Sassuolo, que con Berardi y Laurienté descosió la zaga romanista.
En menos de veinte minutos Laurienté, uno de los jugadores más en forma de la Serie A, ya había completado su doblete y puesto en jaque a la defensa local. Fue un torbellino imparable el conjunto 'neroverdi' en el área, indefendible para un Roma superado.
Consiguió estabilizarse tras los dos golpes recibidos y se asentó en el partido. Recortó distancias con un gol de Zalewski que animó a los 'giallorossi'. Un espejismo que duró poco, hasta que Kumbulla decidió quitarse la capa de héroe con la que se vistió el jueves ante la Real para colocarse el atuendo de villano y, con una patada injustificable, sin balón de por medio, provocó un penalti en contra y su expulsión justo al borde del descanso.
No falló Berardi desde los once metros y puso el 1-3, dejando al Roma medio muerto. No lo sentenció porque Mourinho dio entrada a Dybala para intentar deshacer el entuerto en 45 minutos, un reto casi a la altura de un milagro. Pero la 'Joya', desde que está en la capital italiana, no entiende de presión. No tardó en hacer suyo el partido y puso el balón en la misma escuadra para dar alas a su equipo.
Se puso nervioso el Sassuolo, pero la superioridad numérica hizo el resto. A falta de quince minutos para el final, Pinamonti puso el cuarto y definitivo aprovechando la asistencia de un soberbio Laurienté. Wijnaldum se estrenó como goleador con la malla roja del Roma en el descuento, pero el milagro era ya imposible.
El resultado cosechado enciende las alarmas de un Roma que se queda fuera de los puestos de Liga de Campeones tras un partido loco con siete goles, que sin tiempo para lamentarse defenderá en el Reale Arena el 2-0 de la ida y que volverá al ruedo en Serie A con todo un Derbi de Roma.