Integrar un seleccionado nacional, en cualquier disciplina, es quizá el peldaño más gratificante que pueda alcanzar un deportista, pues llegar a este punto significa verse favorecido por la retina de un seleccionador que vio condiciones superiores en un atleta, por sobre otros que dedican sus esfuerzos para lograr el mismo propósito.
Son muchos los que desean tener la oportunidad de representar los colores de su nación, pero son pocos los que logran tal finalidad, pues existe un sin número de razones por las cuales se puede ver troncado el sueño de aquellos que aspiran a hacer parte del selecto grupo.
Pero, de qué magnitud sería el orgullo, la satisfacción y felicidad de aquellos atletas que nunca vislumbraron la posibilidad de hacer parte de una selección nacional, mucho menos de representar a Colombia de algún modo, no por desempeño, talento o destreza, sino por una condición particular de nacimiento.