Sólo al final, cuando el 2-1 parecía un destino invariable para Sterling, Mount y compañía, apretó el acelerador a la caza desesperada del empate; demasiado tarde para el equipo londinense, que se quedó sin tiempo y se queda sin margen de error, porque puede terminar la quinta jornada de la 'Premier' a ocho puntos del liderato del Arsenal, si éste vence el miércoles al Aston Villa, y del décimo para abajo. Hoy es octavo en la tabla.
Al Chelsea primero le faltó pegada. Después, todo lo demás. Ya no tiene a Romelu Lukaku, que se ha ido al Inter tras su fallida adaptación al equipo y a Tuchel, ni tampoco a Timo Werner, aunque su aventura en Londres no fue nada goleadora en comparación con su etapa anterior en el Leipzig. Ha fichado a Raheem Sterling, que ha marcado tres goles en sus últimos dos encuentros, pero que este martes rozó la desesperación en el primer tramo, entre el puñado de llegadas arriba, por más que suyo fue el gol que abrió el marcador.
Porque su equipo apareció al inicio con constancia sobre el área contraria, en posiciones ventajosas incluso, con cierta facilidad. También descubrió las vías entre la defensa adversaria, pero se quedó en un montón de amagos, de intentos sin éxito, de proposiciones erróneas cuando se trataba de lo más fundamental de todo en el fútbol: el remate. Hasta que Sterling, con suspenso, se rebeló contra la frustración con el 0-1 en el minuto 23.