Este martes, cuando se cumple un cuarto de siglo del mordisco a la oreja de Evander Holyfield, el mundo del deporte reconocerá a Mike Tyson como uno de los púgiles más temibles del siglo XX, pero lo recordarán, lastimosamente, más por su episodio caníbal.
En Las Vegas, Tyson salió a cobrarle una deuda a Evander, quien lo había noqueado el año anterior.
Impotente porque había perdido los dos primeros asaltos y enojado por los cabezazos recibidos, se fue sobre su rival y sin importarle que ya había sido penalizado con un punto por morderlo, persistió y le arrancó un pedazo de oreja.
¿Por qué lo hizo Mike?
Buscar una explicación al comportamiento de Tyson es una pérdida de tiempo, además de injustificable.
Sin embargo, psicólogos han especulado que la manera de ser de Mike fue su forma de expresar rebeldía ante un mundo que desde niño lo machacó, al cual salió a cobrarle las afrentas.
Fruto de una familia partida, con un padre desentendido, y hundido en la pobreza, Mike sufrió acoso en la escuela y pronto desarrolló una desobediencia que algún estudioso interpretó como su manera de rebelarse a su injusta vida.