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Con un doblete en el tramo final del choque ante el Getafe (1-2), Luis Suárez resucitó al Atlético de Madrid, en la UVI hasta los instantes finales frente a un equipo que tiró su trabajo por la borda con la expulsión de Carles Aleñá cuando a falta de 26 minutos ganaba 1-0 y tenía el partido controlado.

El delantero uruguayo se erigió como el hombre clave del cuadro rojiblanco. En dos zarpazos, cuando el Atlético parecía destinado a perder puntos, apareció para convertirse en el salvador de sus compañeros.

Y es que el conjunto rojiblanco necesitaba dar un puñetazo encima de la mesa después de tres empates consecutivos (uno en la Liga de Campeones) y de acumular dos encuentros seguidos sin marcar. A priori, se enfrentaba al equipo que tenía más papeletas de perder: el Getafe. Ni la historia ni su inicio en Liga daban pie a nada bueno para el equipo de Míchel.

Después de cinco derrotas seguidas, sin puntos, con un solo gol a favor, con lesionados importantes (Jakub Jankto, Mauro Arambarri, Vitolo o Erick Cabaco) y con unas estadísticas deprimentes frente al Atlético (acumulaba 19 partidos y casi diez años sin ganar ni marcar un solo gol), el Getafe, a ojos del mundo, era un derrotado fijo antes del inicio del choque.

Diego Simeone tampoco andaba bien de efectivos en la zona de creación. Con Koke Resurrección, Kondogbia y Lemar ausentes, apostó por sentar a Rodrigo de Paul para colocar a Héctor Herrera. El medio mexicano fue de lo más correcto de un equipo gris, romo y sin ideas. Sobre todo en la primera parte, en la que apenas gozó de una ocasión, casi al final y en las botas de Luis Suárez después de un error de Djené Dakonam.

La única ocasión clara del cuadro rojiblanco en los primeros 45 minutos llegó después de una cesión corta del central togolés que acabó en la bota derecha de Luis Suárez. Su volea, la salvó David Soria y el rechace lo recogió Ángel Correa, que se encontró con la pierna de Juan Iglesias tras un remate que iba camino de abrir el marcador.

Ese fue el único instante de inspiración atlética en un acto inicial en el que el Getafe tampoco hizo nada espectacular. Bastante tenía con aguantar bien al vigente campeón y con lidiar con la presión. Por lo menos, guardó la compostura y el orden. Sólo José Juan Macías, hasta el cabezazo de Stefan Mitrovic, creó algo de inquietud cerca del área de Jan Oblak.

El mexicano demostró buena movilidad y buen juego de espalda. Pero su puntería dejó bastante que desear. Y, con ese panorama, cuando el duelo estaba destinado a llegar al descanso sin goles, apareció Mitrovic para rematar de cabeza el primer gol del Getafe al Atlético en diez años.

Así se fue al descanso el Atlético, con un tanto en contra y con síntomas preocupantes. El gol, que tanto se le resiste últimamente, no tenía pinta de llegar. Y menos con Antoine Griezmann desaparecido en combate y sustituido por Cunha a falta de 23 minutos. El delantero francés acumula cuatro participaciones erráticas en su segunda etapa como rojiblanco.

En ese minuto, el 66, el Getafe seguía vivo, agazapado atrás y a la espera de un contragolpe para sentenciar el encuentro. El Atlético, mientras, sólo encontraba la portería de Soria en alguna ocasión esporádica, como la que protagonizó Luis Suárez con un cabezazo al larguero. El muro del Getafe, con cinco defensas, funcionaba.

Y entonces, Aleñá, desestabilizó el duelo con una patada innecesaria sobre Cunha. Dejó sus tacos en el gemelo derecho del brasileño y el VAR sentenció al canterano azulgrana. Se fue a la calle y el Getafe, con un hombre menos, se desestabilizó durante unos minutos que Luis Suárez aprovechó para no fallar.

El ariete uruguayo es un obrero del gol. Tiene oficio. Y lo difícil, lo hace fácil. A falta de diez minutos recogió un centro de Mario Hermoso y con una facilidad pasmosa controló y remató para empatar el encuentro. Dos toques, gol y a por el Getafe, que aún podía rescatar un punto pero tenía que aguantar la tormenta que se le avecinaba.

Curiosamente, resistió bien. Incluso pudo marcar el segundo con un remate de Enes Ünal que sacó Oblak con una buena mano. Mientras, el Atlético, pecó de ansiedad. Acabó mandando balonazos al área de Soria, que sacó todas las pelotas. Todas, menos una, la que agarró Luis Suárez en el minuto 91 para cabecear a la red un gol que valió oro para el Atlético de Madrid y que castigó al Getafe.