El Sevilla logró un empate agridulce ante el Salzburgo (1-1) en su estreno esta temporada en la Liga de Campeones, en un partido en el que aguantó con diez hombres 45 minutos, tras la expulsión del marroquí Youssef En-Nesyri, en el 50 y en el que tuvo que sobreponerse a tres penaltis en contra.
En un choque con cuatro penas máximas en 30 minutos, los austriacos pusieron en apuros a una endeble zaga sevillista en la primera mitad y dispusieron de tres penaltis, pero sólo aprovecharon uno por medio del croata Luka Sucic en el 21 y fallaron otros dos, mientras que Ivan Rakitic igualó del mismo modo al filo del descanso para un Sevilla que, con uno menos, se defendió bien en la reanudación, sin renunciar al ataque.
Se medían en el estreno de la Champions esta temporada dos equipos con distinto rodaje, el sevillista más descansado, pero con menos ritmo después de 17 días sin competir tras el aplazamiento de su partido de Liga contra el Barcelona; y el campeón austriaco, imparable en este inicio, con un pleno de 7 triunfos en su campeonato.
En el regreso de la afición al Sánchez-Pizjuán en la máxima competición europea -no pudo asistir el pasado curso por la pandemia-, casi 3 años y medio después de que el sevillismo viera cómo su equipo perdió en abril de 2018 en los cuartos ante el Bayern Múnich, el Sevilla salió con ganas, pero precipitado.
Con el argentino Papu Gómez en la izquierda y su compatriota Lucas Ocampos, inédito esta campaña por una lesión ya superada, en el banquillo, el equipo español empezó triangulando bien el balón, sobre todo por la conexión argentina Papu-Acuña por dicho costado, aunque pronto el Salzburgo dejó clara su verticalidad en ataque, con el peligroso joven delantero alemán Karim Adeyemi.
El ejemplo máximo de su rapidez y de la endeblez defensiva del equipo de Julen Lopetegui llegó a los 12 minutos. El brasileño Diego Carlos derribó a Adeyemi y el árbitro pitó penalti tras intervenir el VAR, aunque el propio alemán ajustó demasiado su disparo y lo mandó fuera al filo del primer cuarto de hora.
Fue el primero del carrusel de penas máximas, hasta cuatro, en una primera mitad extraña y en la que el Salzburgo creó muchos problemas a un Sevilla superado por el potente medio campo de los centroeuropeos y la velocidad de sus puntas, si bien el Papu pudo abrir el marcador, pero elevó demasiado el balón en la salida del meta suizo Kohn.
A partir de ahí, el choque se volvió un poco loco, con hasta tres penaltis más pitados. De los cuatro señalados -el primero y el último con ayuda del VAR- sólo se materializaron dos. En el 21, el croata Luka Sucic hizo el 0-1 al convertir una pena máxima por un empujón innecesario de Jesús Navas sobre Adeyemi.
Quince minutos después, en el 36, el portero marroquí Bono arrolló en el área al joven alemán, una verdadera pesadilla para la desacertada zaga local, pero esta vez Sucic tiro al lado contrario del meta y mandó el balón al poste izquierdo.
Con el Salzburgo controlando el juego y generando más peligro, llegó, sin embargo, el empate del cuadro español y, por los antecedentes en este choque, también de penalti, cómo no. Fue tras un empujón del central exsevillista Max Wöber al marroquí En-Nesyri, que convirtió en el 1-1 el croata Ivan Rakitic al filo del descanso.
En la reanudación, Lopetegui dio entrada al extremo Ocampos y al medio danés Thomas Delaney, por Suso y Jordán, pero el Sevilla no terminó de carburar y el cuadro austriaco siguió inquietando a Bono, como en un remate al primer toque del esloveno Sesko, a pase de un Adeyemi ahora menos incisivo.
Aunque el equipo español nunca le perdió la cara al partido, el Salzburgo le creaba problemas y se hizo definitivamente con el dominio a los 5 minutos de esta mitad, cuando En-Nesyri fue expulsado al ver la segunda amarilla por entender el árbitro que simuló un penalti.
Ello obligó a Lopetegui a rearmar a su equipo y buscar una nueva referencia en ataque, con la entrada del argentino Erik Lamela por Papu Gómez y del ariete Rafa Mir por Rakitic, lo que dio equilibrio a un Sevilla que incluso pudo sorprender a la contra al Salzburgo, ahora paradójicamente con menos profundidad pese a tener un hombre más.
Lo intentaron con sendos cabezazos sobre el último cuarto de hora de juego Mir y Lamela, que aguantó bien el balón y buscó siempre ser vertical para desahogar a su equipo, pero el remate centrado del primero lo paró Kohn y el del argentino se fue fuera, tras lo que el Salzburgo quiso rentabilizar su superioridad en la recta final, pero sin éxito, ante un Sevilla que no se descompuso y no pudo pasar del empate.