Los Juegos Paralímpicos de Tokio, los llamados ‘Juegos de la pandemia’, bajaron su telón con un notable éxito de participación pero con el sabor amargo de no haber podido contar con espectadores en las gradas y estar rodeados de un exigente protocolo de medidas de seguridad que deslució la mayor cita deportiva del mundo.
Con un alto índice de contagios en Tokio y el estado de emergencia decretado en varias prefecturas colindantes a la capital, los Juegos Paralímpicos de la ciudad nipona tuvieron mucho brillo a nivel deportivo pero escaso impacto entre la sociedad nipona, ajena en sus calles a lo que estaba ocurriendo en unas instalaciones magnificas que, en muchas ocasiones, carecieron de alma.
Hasta Tokio llegaron unos 4.400 deportistas procedentes de 162 países, una cifra que no supuso la más elevada de la historia de los Juegos, puesto que Londres 2012 sigue teniendo el récord con 164.
Paraguay, Bután, Maldivas y las islas caribeñas de Granada y San Vicente y las Granadinas debutaron en el mayor evento mundial del deporte de personas con discapacidad, mientras que otros veinte países, por diversas razones, no acudieron a Tokio, entre ellos Corea del Norte.
Los que sí estuvieron, aunque no bajo la bandera de su país, fueron los rusos. Debido a la sanción de dos años del Tribunal Arbitral del Deporte, que redujo a la mitad los cuatro puestos por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), los atletas e integrantes del equipo ruso usaron 'RPC' como acrónimo y se marcharon de la ciudad nipona con 118 medallas, siendo cuartos del medallero.
Una semana más tarde después de lo previsto, y después del homenaje que recibieron en la ceremonia de apertura, los dos representantes afganos, que llegaron de París tras ser evacuados desde Kabul, aterrizaron en Tokio. La taekwondista Zakia Khudadadi fue la primera mujer afgana en competir en unos Juegos Paralímpicos desde Atenas 2004 y cayó en cuartos de final. Hossain Rasouli finalizó decimotercero en la final de salto de longitud de discapacitados físicos.
También tuvieron un protagonismo destacado los integrantes del equipo de refugiados, que para esta cita pasó de dos a seis deportistas. Los elegidos fueron tres sirios (el nadador Ibrahim Al Hussein, la lanzadora Alia Issa y el piragüista Anas Al Khalifa), el taekwondista de Burundi Parfait Hakizimana, el nadador afgano Abbas Karimi y el lanzador de disco iraní Shahrad Nasajpour.
Como ya ocurriera en Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016, China arrasó en el medallero, con un total de 207 metales (96 oros, 60 platas y 51 bronces), seguida de Gran Bretaña con 124 preseas (41, 38 y 45) y Estados Unidos con 104 metales (37, 36 y 31).
En estos Juegos Paralímpicos de Tokio compitió un número récord de mujeres. El 40,5% de todos los deportistas fueron mujeres, lo que en cifras equivale a 1.782 deportistas, un ligero aumento respecto a las 1.671 mujeres que compitieron en Río 2016 (38,6%).
'Hubo muchas veces en las que pensamos que estos Juegos no podrían celebrarse incluso antes de que fueran retrasados un año, y también después, pero en todas esas situaciones siempre tuvimos el apoyo del lado de Japón. Han sido históricos y fantásticos y han servido para abrir la mente de la ciudadanía japonesa y ayudar al sueño de mucha gente', dijo a la conclusión el brasileño Andrew Parsons, presidente del Comité Paralímpico Internacional.
Al imparable movimiento global paralímpico están ayudando mucho los medios de comunicación y las audiencias televisivas. Las principales cadenas de países como Estados Unidos, Australia o Gran Bretaña han emitido numerosas competiciones en directo y en Japón varios canales se han volcado con programación específica en directo durante todos los días. Además, por primera vez, el IPC decidió difundir gratis lo más destacado del evento en 49 países del África Subsahariana que no podían pagar por los derechos de emisión.
Todos los telespectadores del mundo volvieron a comprobar la hegemonía de Estados Unidos en el baloncesto en silla masculino o de Brasil en fútbol-5 para ciegos, el dominio en voleibol sentado de Irán, liderado por Morteza Mehrzad, un jugador de 2,46 metros, la capacidad de reinvención del egipcio Ibrahim Hamadtou, que sin brazos juega al tenis de mesa sujetando la raqueta con la boca, o la joven nadadora japonesa de 14 años, Yamada Miyuki, que sin brazos y con problemas de movilidad dio espectáculo en la piscina.
También en el mismo Centro Acuático de Tokio la estadounidense Jessica Long, sin piernas desde los 18 meses por una hemimelia peroneal, ganó seis medallas y, con 29, supera en una a su compatriota olímpico Michael Phelps, una auténtica leyenda de la natación.
Ahora, el relevo lo toma París, que ha mostrado su compromiso de organizar unos Juegos más abiertos hacía la sociedad y con un carácter más inclusivo para que lleguen a todos los sectores de la ciudadanía en busca de una igualdad plena.