Compartir:

El Chelsea mostró al Tottenham Hotspur lo caduco de su modelo de juego y la incapacidad de crear peligro sin Harry Kane y le derrotó este jueves por 0-1.

Un gol de penalti de Jorginho no tradujo el dominio de los de Thomas Tuchel, que podrían haber goleado de haber sido más incisivos arriba ante un Tottenham manso y sin ideas.

La baja de Harry Kane es un peso terrible para el Tottenham, que ya venía de pegársela con el Brighton en un partido horrible sin la referencia de su delantero.

Esta vez Mourinho escuchó las críticas y borró de su mente la idea de poner a Heung-min Son como falso 'nueve', relegando a Gareth Bale al banco y metiendo arriba a Carlos Vinicius, el único delantero puro que puede suplir a Kane.

El cambio de dibujo, sin embargo, no marcó diferencias. El Chelsea de Tuchel, pese al poco tiempo de cocción que lleva, era más equipo que un Tottenham que no tiene plan cuando no hay combinación entre Son y Kane.

El monólogo era brutal, con el campo totalmente inclinado hacia la portería de Lloris, aunque con la falta de colmillo de la que adolecen los 'Blues'. Mucha posesión, poco peligro. Hasta que Eric Dier decidió cambiar eso con una patada infantil, innecesaria y que seguro puso de los nervios a Mou.

Estando en el suelo, soltó un puntapié a Werner, que cayó al suelo mientras Andre Marriner señalaba el punto de penalti.

Se olvidó Jorginho de las florituras y los saltitos a la hora de convertir y mostró sobriedad por primera vez. Había fallado ya varios penaltis y Lampard le quitó la delantera en los lanzamientos de once metros.

El italiano no falló y el Tottenham ya lo tenía todo en contra. El juego, el marcador y la actitud.

Porque al Tottenham lo único que le mantenía en el partido era la incapacidad del Chelsea de matar el encuentro.

Aunque vivían constantemente en la frontal del área de Lloris, las oportunidades claras eran contadas y lo más habitual era ver cómo los jugadores 'Blues' penetraban con facilidad en la medialuna, sin poder definir.

A Mourinho le estaba saliendo el plan, puesto que llegó vivo a los últimos minutos para buscar el empate. Y lo tuvo. Un disparo de Lucas Moura, una falta de Eric Dier y un cabezazo de Vinicius. Cualquiera que viera los solo del 85 al 90, creería que mereció el triunfo el Tottenham.

Pero no. Fue un espejismo, un fallo más del modelo de Mourinho. Renunciar a la mayor parte del partido y esperar un acierto al final, pero para esta vez caer.

El Chelsea sube al sexto puesto, con 26 puntos, a cuatro de la Champions League, mientras que el Tottenham es octavo, con 33.