Compartir:

El Real Madrid se adentra en una crisis de resultados con su segunda derrota consecutiva en un mal estreno en la Liga de Campeones, superado 2-3 por un Shakhtar Donetsk repleto de suplentes en el primer acto y con una reacción de carácter insuficiente en el segundo, que siembra la duda en la confección de una plantilla sin fichajes.

El Real Madrid tiene un grave problema de fútbol y Zinedine Zidane una plantilla a la que le falta calidad para mantener su filosofía de rotaciones. Perdida la fortaleza defensiva que le guió hacia la Liga tras el confinamiento, añade una crisis de identidad de sus jugadores. Impotentes ante un rival mermado como el Shakhtar, una plantilla atacada por el coronavirus que deseaba suspender un partido en el que acabó exhibiéndose.

La fórmula Álvaro Cervera, entrenador del Cádiz, fue calcada por el Shakhtar. Sacó las vergüenzas de un equipo que tiene la intención de presionar arriba, dispone de posesiones largas y cualquier pérdida le deja desprotegido. Pésimo repliegue y sin actitud defensiva de jugadores superados.

El grupo de brasileños que pone la calidad en el equipo ucraniano se exhibió. Nadie les metía la pierna ni les marcaba el terreno en una primera parte que de nuevo tiró el equipo de Zidane.

La intención inicial madridista de firmar un lavado de imagen antes del clásico se evaporó en minutos. Zidane sentó a Benzema con la esperanza de que apareciesen los esperados goles de Jovic. Sumada a la ausencia de Ramos, el Real Madrid perdió demasiados referentes.

Tenía a Casemiro y Fede Valverde, pero el equipo blanco se rompió con facilidad. Endeble ante cualquier balón en largo, con una defensa que era un flan y el experimento de Mendy en el lateral derecho.

El Shakhtar no perdonó lo que el Cádiz en la primera parte y eso que Marlos comenzó desequilibrando, pero decidiendo mal en los últimos metros. Un simple balón en largo encontraba con facilidad espacios a espaldas de Militao y Varane. Solo en el mano a mano, con tiempo para pensar, no superaba a Courtois, que en ese momento no imaginaba la que se le venía encima.

Falto de descaro, en el Real Madrid sólo Rodrygo intentaba encarar. A Jovic no le pusieron balones. El único lo remató para probar a un portero de 19 años que se estrenaba en la 'Champions', segundos después del primer mazazo. Korniienko aprovechó la blandura defensiva de Militao y Tete, completamente solo, definía ajustado a un poste.

Dio paso a unos minutos de una debilidad del Real Madrid que no se veían en Europa desde la noche negra ante el Ajax en el Santiago Bernabéu, goleado en octavos de hace dos ediciones. En trece minutos el Real Madrid encajó tres goles. La cara de Courtois, un poema cuando sacaba un disparo de Dentinho y el rechace golpeaba en Varane para meter el balón dentro de su portería. Y en pleno desconcierto Tete retrataba a todos con un taconazo dentro del área y Solomon marcaba libre de marca, sin que ningún central le siguiese.

El descalabro era histórico. Jamás el Real Madrid se había ido 0-3 al descanso en un partido de la Liga de Campeones y la reacción era obligada. Los jugadores se miraron a la cara en el vestuario y la charla de Zidane provocó que se enchufasen. Salieron en tromba y encerraron al Shakhtar. Un golazo de Modric terminó de espolear al conjunto blanco.

Courtois extendió su papel de salvador y los errores del Shakhtar en las ocasiones que perdonó provocaron su sufrimiento. Marlos y Tete perdonaron lo imperdonable, el último a puerta vacía con el portero madridista vencido. Y apareció Vinicius. Llevaba quince segundos en el campo cuando cogió el balón, salió disparado hacia la portería rival y definió con calidad.

El partido se apretaba, pero aguantar esa intensidad física era imposible para el Real Madrid, aunque Vinicius le pusiese voluntad echándose el equipo a su espalda. Benzema perdonó escorado, Militao y Casemiro probaron suerte desde fuera del área y todos los intentos acabaron muriendo en un tanto anulado en el tiempo añadido a Fede Valverde por fuera de juego de Vinicius que impidió el premio a la heroica.

La crisis llama a puertas de la casa blanca a tres días de visitar al Barcelona en el Camp Nou.