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Fue hace apenas 12 años: la llama olímpica encendida por los rayos del sol en una tibia mañana griega recorrió durante seis semanas los cinco continentes antes de aterrizar en China y emprender camino hacia Pekín.

El relevo internacional de la antorcha, que se celebró antes de las ediciones de 2004 y 2008, fue en esos años uno de los acontecimientos más simbólicos y de mayor carga emocional relacionado con los Juegos Olímpicos.

Lo dijo un rey, 'O Rei' Pelé, cuando en 2004 portó el fuego de los Juegos de Atenas por el Maracaná: 'Esto es una prueba de que Dios siempre me ha dado lo mejor'. Y lloró, conmovido, cuando la llama prendió su antorcha.

Aquel relevo internacional, que llevaba el fuego desde el espacio hasta el fondo de los océanos, desde lo alto del Everest hasta las profundidades de Corea del Norte, encontró su final en 2008 debido a las protestas que perturbaron su recorrido: las organizaciones a favor de la independencia del Tíbet consideraron que el COI hacía la vista gorda con las violaciones de los derechos humanos en China y organizaron manifestaciones al paso del fuego olímpico, sobre todo por Europa y Estados Unidos.

Un año después, en marzo de 2009, el COI cortó por lo sano y limitó el viaje de la antorcha a un vuelo directo entre Grecia y el país organizador. Puso como pretexto la reducción de costes.

Después de aquella decisión, el relevo por el Reino Unido (2012) y Brasil (2016), y también por las sedes de los Juegos de invierno, fue local pero multitudinario, con los portadores de la llama abriéndose paso entre centenares de personas ansiosas por palpar el espíritu olímpico.

El coronavirus ha acabado, también, con esta ilusión.

El comité organizador de Tokio 2020, esos Juegos sobre cuyo futuro solo muestran seguridad los altos dirigentes olímpicos, pidió este martes a los ciudadanos que se abstengan de salir a la calle para presenciar el relevo de la antorcha, de momento en las etapas programadas hasta finales de mes por las prefecturas de Fukushima, Tochigi y Gunma.

'Nos vemos obligados a pedir a la gente que no acuda a las calles para ver la llama olímpica', dijo el director general del comité organizador, Toshiro Muto, en una comparecencia ante los medios.

El relevo en Japón comenzará el día 26 en Fukushima, dos semanas después del encendido de la llama en las ruinas de Olimpia en una ceremonia con un número limitado de invitados para prevenir el contagio del COVID-19.

Lamentablemente, al día siguiente hubo que cancelar el recorrido del fuego por territorio griego ante la concentración de más público del esperado. A nadie se le ocurrió que la presencia del actor británico Gerard Butler para cubrir uno de los tramos podría congregar a muchos admiradores.

Toshiro Muto no solo pidió a las japoneses que no salgan a acompañar a los relevistas, sino que se vio en la necesidad de recordarles que, si se encuentran por casualidad con el paso de la caravana olímpica, mantengan la preceptiva distancia de seguridad con los demás ciudadanos.

'Hasta ahora siempre se había intentado contar con presencia multitudinaria en el relevo... Se trataba de ir animando el ambiente de los Juegos', lamentó Muto.

Solo horas antes el Gobierno japonés había reafirmado su intención de inaugurar los Juegos el 24 de julio y celebrarlos 'de forma completa', es decir con público en las gradas.

A la espera de lo que ocurra con los Juegos, el relevo de la antorcha empezó mal en Grecia y lo hará en Japón de forma descafeinada. Sin público, habrá fuego, pero no habrá calor. El coronavirus ha bajado la intensidad de la llama.