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Jorge Andrés Carrascal Guardo creció entre sus ídolos futbolísticos y los miedos de una sociedad violenta, de la que puedo hacer parte. En esa pelea por subsistir, perdieron las armas, las pandillas, el robo, la cárcel y las drogas. Ganaron, finalmente, Ronaldinho, Giovanni Hernández, Messi, Neymar y compañía, los grandes referentes en su niñez. En ellos vio el camino que quería seguir, los estilos que quería imitar y las carreras que deseaba emular.

El volante cartagenero, de 21 años, nació el 25 de mayo de 1998 en el sector de Escallón Villa, uno de los barrios más antiguos y populares de la Heroica, muy cerca al emblemático estadio Jaime Morón León, donde algún día Carrascal deseaba comenzar a desplegar todo su talento vistiendo la camiseta del Real, el equipo de sus amores y al que siguió, en algún momento, como barrista auriverde.

Sus inicios en el fútbol no fueron fáciles por el entorno en el que creció, pero gracias a la guía de su padre, Jorge Luis Carrascal, y a la de sus tíos maternos pudo comenzar a crecer y a pulir ese estilo, que luego le valió para dar, rápidamente, el salto al ‘Viejo Continente’.

Sus primeras patadas al balón las comenzó a dar en el Club Deportivo Heroicos, fundado por sus tíos maternos como una iniciativa para promover la práctica organizada del fútbol en el humilde barrio cartagenero. Cuando fue creciendo y lo fueron viendo, muchos equipos —como Academia de Crespo y Paraíso Real— lo pedían a préstamo para torneos infantiles, y así fue viajando y participando en torneos como Asefal y el Ponyfútbol representando a Cartagena.