Desfallecimientos espectaculares, carreras de enfermeros en los alrededores de la clínica móvil situada en el paseo de La Corniche de Doha y atletas enfadados: las primeras pruebas de maratón y marcha en el Mundial han confirmado al calor como la gran polémica de la competición.
Mientras en las pruebas del estadio todo transcurre con normalidad por un sistema de refrigeración a gran escala, las competiciones fuera del mismo han dado las imágenes más impactantes de los primeros días de Mundial.
'No recuerdo algo tan duro', admitía el marchista español Jesús Ángel García Bragado, de casi 50 años, tras su participación en los 50 kilómetros marcha, donde obtuvo un meritorio octavo puesto.
Acababa de pasar más de una hora en la enfermería para recuperarse del enorme esfuerzo y hablaba con los periodistas ya amaneciendo, después de una carrera disputada en la noche del sábado y la madrugada del domingo para evitar las temperaturas más extremas en la capital catarí.
A García Bragado no le falta precisamente experiencia, ya que llegó a su decimotercer Mundial, un nuevo récord de participaciones y tiene una carrera de tres décadas en la élite.
Como en la víspera en el maratón femenino, la sensación de extrema dureza era general.
'La temperatura era muy fuerte. Terminé la prueba y muy contenta por haberlo hecho, a pesar de las altas temperaturas. Es muy triste ver compañeros, hombres y mujeres, que se desplomaron por las temperaturas. Nosotros tuvimos que hidratarnos muy bien y tener mucho hielo', contaba tras esos 50 kilómetros marcha la ecuatoriana Paola Pérez, novena clasificada.
La treintena de grados centígrados en plena noche catarí, combinados con una elevada tasa de humedad de alrededor del 75%, convertía la situación en realmente sofocante, obligando a los atletas a rehidratarse constantemente, a utilizar esponjas mojadas, hielo y luchar por sobrevivir en la carrera.
Otros grandes nombres de la prueba no pudieron ni siquiera terminar.
Es lo que le pasó por ejemplo a los que llegaban como defensores del título, el francés Yohann Diniz y la portuguesa Ines Henriques, así como al campeón olímpico, el eslovaco Matej Toth.
'Prometí a mi familia que volvería sano y salvo, he mantenido mi promesa al abandonar', declaró Toth para justificar su decisión. 'Aquí era como si te faltara aire para respirar', afirmó.
Diniz ya había cargado duramente en la víspera de su carrera contra la elección de Doha para este Mundial, considerando que los atletas eran tratados como 'cobayas'.
'Nos toman por idiotas', había dicho en una conferencia de prensa ya en la capital catarí.
En la carrera, el plusmarquista mundial de la distancia duró apenas una quincena de kilómetros, antes de abandonar.
'Creo que cometí un gran error, me tendría que haber quedado con algo positivo antes de empecinarme en venir aquí. Vine aquí, no sé muy bien por qué. No tenía la cabeza en esto, me asfixiaba rápido', explicó.