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El béisbol en Venezuela, prolífico exportador de peloteros de Grandes Ligas, está en una encrucijada: ¿es viable el campeonato 2019-2020 después de que Major League Baseball (MLB) prohibiera a sus jugadores competir en el país sudamericano?

La decisión de la MLB tras las sanciones financieras de Estados Unidos contra el gobierno de Nicolás Maduro llenó de incertidumbre a la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), que el jueves anunció la renuncia de su presidente, Juan José Ávila, quien fue sucedido el pasado martes por Giuseppe Palmisano.

Sin embargo, la Confederación del Caribe, que agrupa las ligas de República Dominicana, Puerto Rico, México y Venezuela, expresó un día antes la 'profunda preocupación' del dirigente en torno al torneo, con inicio pautado para el 18 de octubre.

La MLB congeló las habituales cesiones de beisbolistas de equipos de Grandes Ligas y sus filiales para jugar en la LVBP, excluyendo a Venezuela del Winter League Agreement, acuerdo que regula las relaciones entre la MLB y las ligas caribeñas.

Se resguardó las espaldas mientras la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Tesoro estadounidense responde a una petición de aclarar si la presencia de esos peloteros en la LVBP violaría las sanciones de la Casa Blanca, que bloquean negociaciones de ciudadanos y empresas estadounidenses con el gobierno chavista.

La estatal petrolera PDVSA, sancionada por Washington, es el patrocinante dominante de la LVBP.

La prohibición tiene enorme impacto: 96 venezolanos han jugado en 2019 en las mayores y más de 1.800 en ligas menores.

El gobierno chavista convierte la pelota -pasatiempo nacional de los venezolanos- en asunto de Estado. 'Aquí va a haber béisbol, así tengamos que jugar nosotros (...). Yo le recomiendo a los dueños de equipos que se inventen una', advirtió Diosdado Cabello, presidente de la oficialista Asamblea Constituyente.

La LVBP, en su peor crisis desde su primera temporada en 1946, anunció el 27 de agosto gestiones para levantar 'cualquier obstáculo' rumbo al campeonato; pero el asunto -reconocen a la AFP fuentes de los equipos- escapa de sus manos.

'Tú no tienes control', dijo el directivo de un club, pidiendo reservar su nombre.

La situación obliga a reformular nóminas de los ocho clubes de Venezuela, seis privados (Cardenales de Lara, Leones del Caracas, Tiburones de La Guaira, Bravos de Margarita, Caribes de Anzoátegui y Águilas del Zulia) y dos dependientes de fundaciones estatales (Navegantes del Magallanes y Tigres de Aragua).

'Peloteros per sé, existen', aunque 'de menor nivel', agregó el directivo.

Los planes de importación de refuerzos extranjeros se desploman, con técnicos en la ecuación.

Teóricamente, las nóminas pueden incluir a jugadores de ligas estadounidenses independientes de la MLB o ligas de otros países, pero hay temor.

El exgrandeliga venezolano Guillermo Moscoso no tiene claro el alcance de las sanciones pese a estar fuera del sistema de la MLB desde 2013. 'Soy venezolano con ciudadanía americana (...). Tengo el derecho de jugar... ¿O tendrán alguna sanción?', preguntó en redes sociales.

Y sus interrogantes tienen eco.

'Esas mismas preguntas se las pueden hacer canales de televisión, patrocinantes y proveedores (...). Hay aristas más allá de lo deportivo', dijo a la AFP el periodista especializado en béisbol Efraín Savarce.

El proveedor de pelotas de la LVBP, Rawlings, es estadounidense. Empresas televisivas privadas que transmiten los juegos, además, tienen vínculos con compañías norteamericanas.

Se completa así un cóctel ácido en un país con cinco años de recesión económica, hiperinflación y servicios básicos como la electricidad colapsados. Aún antes de la prohibición de MLB, la temporada había sido reducida a 49 juegos por equipo en ronda regular desde 63 que venían disputándose.

La LVBP había anunciado un recorte mayor, con una fase regular de 42 juegos por club que arrancaría el 5 de noviembre; pero adelantó la inauguración por exigencia del Ministerio de Deporte.