Rompieron redes en las juveniles de Colombia en 2011 y en Brasil se desquitan de las que les faltaron por allanar. James Rodríguez y Duván Zapata buscan fortalecer una dupla de antaño para dejar atrás a Chile y avanzar a semifinales de la Copa América.
La unión de una zurda de seda y una tenacidad de fiera rompió una malla por primera vez en el Stade Mayol, en la ciudad francesa de Tolón. El 10 de junio de 2011, hacia las 22H35, James Rodríguez se disponía a cobrar un tiro de esquina.
Dos minutos antes, al campo en el que se disputaba la final del Torneo Esperanzas de Toulon, había ingresado un espigado y trozudo moreno en reemplazo del lateral Santiago Arias.
Colombia perdía 1-0 con Francia. Apropiado desde entonces de la 10 tricolor, el ex del Real Madrid pateó el córner al segundo palo. Una pantera obvió la marca de un zaguero galo y puso, con la cabeza, el 1-1.
La ‘Tricolor’ arrebataron el trofeo en los penales al once de Kalidou Koulibaly y Florentin Pogba (hermano de Paul). El título en una de las vitrinas más prestigiosas para juveniles los impulsó para el Mundial sub-20 que inició veinte días más tarde en Colombia.
James ya cultivaba sus primeras semillas en el Oporto de Portugal, tras haber sido fundamental, dos años antes, en la consecución de la primera y única liga de Banfield en Argentina. Duván empezaba a mostrarse en el América de Cali.
El encuentro
El técnico de la sub-20 colombiana, Eduardo Lara, los convocó para la Copa Mundo. El DT pulió entonces la base de la que hoy es la generación dorada de Colombia.
El 10 fue la carta de talento de esa camada, en la que también estuvieron hombres como Jeison Murillo, Arias y Luis Fernando Muriel. Zapata alternaba entre la titular y la suplencia.
'James y Duván son dos jugadores de élite, se conocen, tuve la oportunidad de tenerlos en la selección, los dos son muy inteligentes y cuando uno tiene a jugadores de esas características, tiene que saber aprovecharlos', dijo el orientador al diario El País de Cali.
Los anfitriones empezaron pisando fuerte en su grupo. Vencieron 4-1 a la Francia de Antoine Griezmann, 2-0 al Malí de Kalifa Coulibaly y 1-0 a Corea del Sur. En octavos dejaron atrás 3-2 a la Costa Rica de Joel Campbell.
Rodríguez brillaba con luz propia y para esa fase llevaba tres goles en su cuenta. Zapata era opacado por los cuatro tantos de Muriel.
Su revancha llegó un poco tarde, en la eliminación 3-1 ante México en cuartos de final. James corría detrás suyo, cuando el ariete soltó un latigazo a 40 metros del arco y el balón se metió entre las piernas del portero José Rodríguez.
La lejanía
Cada uno siguió su camino y volverían a reencontrarse seis años después, otra vez vestidos de amarillo, azul y rojo. En ese lapso James conquistó el mundo. Lideró a Colombia para regresar a un Mundial, el de Brasil-2014, tras 16 años de ausencias. Terminó goleador y lo fichó el Real Madrid.
El 10 se convirtió en el niño consentido de Colombia y del técnico argentino José Pekerman.
Desde el sub-20, en cambio, Duván no había vuelto a fundarse la casaca tricolor. Pasó por Estudiantes de Argentina y cruzó el charco hacia Nápoles de Italia. En el Calcio empezó a deslumbrar a base de goles.
Pekerman lo convocó para las eliminatorias sudamericanas a Rusia. El 17 de marzo de 2017 debutó con las mayores en la victoria 1-0 ante Bolivia. A los ojos del argentino no bastaron sus números en Italia y quedó por fuera de Rusia.
El arribo del portugués Carlos Queiroz oxigenó la carrera del atacante, que la temporada pasada, vestido con los colores del Atalanta, finalizó como segundo máximo artillero del Calcio con 23 goles.
El luso le dio confianza y Duván sentó a Falcao García, el capitán cafetero. En la Copa América ya ha marcado dos goles, uno en el triunfo 2-0 ante Argentina, y el otro en el 1-0 ante Catar.
El tanto contra los campeones asiáticos fue producto de una vieja fórmula: zurda de seda de James, tenacidad de fiera de Zapata. Y sí, también de cabeza. En Chile, con el que chocarán el viernes en Sao Paulo, están advertidos.