El RC Celta se acerca a la permanencia una temporada más en la Liga Santander después de vencer (2-0) a un desconocido Barcelona, que se plantó en Balaídos sin ninguno de sus habituales jugadores titulares, un insípido partido con escaso ritmo que se convirtió en un trámite para el conjunto catalán antes de jugar el martes en Anfield.
Valverde revolucionó su equipo. Con la mirada puesta en el partido de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones, no colocó en el once titular a ninguno de los jugadores que venció al Liverpool. Todo fue inédito en el campeón de liga, desde la defensa hasta la delantera. Ese novedoso y desconocido equipo todavía se alteró más con la lesión muscular de Dembélé a los pocos segundos de comenzar el partido, sustituido entonces por Collado.
El Barcelona tuvo la posesión de la pelota, aunque marcó un ritmo lento, poco explosivo. El Celta permitió ese guión. Optó por resguardarse en su campo, poco decidido en su presión, a la espera de algún contragolpe o envío largo para los delanteros, como el que le llegó de área a área a Maxi Gómez, que finalizó con un tiro desviado.
El Celta, que priorizó el orden de su plan defensivo, no vivió sobresaltos cerca de su portería, más allá de un disparo alejado de Aleñá o, cerca del descanso, un remate de Wage que despejó Rubén. Subió la intensidad celeste con el paso de los minutos. Se apoderó algo de la pelota, apareció Aspas, asomaron en ataque los laterales, Hugo Mallo y Olaza. Todo fue insulso. Los primero avisos fueron un lanzamiento flojo de Okay, un centro de Aspas que no cazó Maxi Goméz dentro del área y un par de saques de esquina cerrados de Boudebouz.
El anodino primer tiempo concentró las ocasiones en sus cinco minutos finales, oportunidades con escaso veneno. El Barcelona tuvo dos, un tiro de Wage, tras una pérdida de pelota de Lobotka, y otro de Collado; el Celta también disfrutó de varias, un disparo de Boudebouz que rechazó Umtiti y un cabezazo de Araujo en un córner.
El Celta mejoró su imagen durante la segunda parte. Halló un gol nada más volver del vestuario, pero el VAR no dio validez por fuera de juego de Araujo dentro del área pequeña al rematar un mal despeje de Cillesen.
Siguió sin vigor el equipo celeste, aunque mejoró sus sensaciones; el Barcelona futbolísticamente se aplanó. El equipo de Escribá notó que era su momento. Necesitó poco para apretar. Boufal lo intentó con un tiro peligroso.
Y poco después, apareció la decisiva figura de Maxi Gómez: alertó primero a Cillesen con un cabezazo sin potencia tras un buen centro de Boudebouz; tres minutos más tarde marcó el gol de la victoria con un fabuloso remate de delantero centro, al anticiparse al marcaje de Vidal para estirarse y culminar otro centro de Boudebouz.
Ese gol tranquilizó al Celta, que se adaptó mejor a un partido de escasa cadencia. Nada creó en ataque el equipo de Ernesto Valverde. El equipo vigués, mientras, avanzó hacia el final con un plan controlado, con pocas ocasiones, como un disparo de Brais o un cabezazo de Araujo, y cerca del final con un penalti que el VAR le indicó al árbitro por mano de Umtiti, un penalti que selló con gol Iago Aspas para colocar al Celta muy cerca de la permanencia en la categoría.