Compartir:

Los planteles de River Plate y Boca Juniors se instalaron este jueves en Madrid para iniciar la recta final de la preparación del controvertido segundo partido de la final de la Copa Libertadores, desplazada a España por los incidentes ocurridos en Buenos Aires.

El conjunto de Boca, llegado el miércoles por la noche a la capital española, realizó su primer entrenamiento este jueves a mediodía en las instalaciones de la federación española de fútbol (RFEF) en las Rozas, al noroeste de Madrid.

Bajo un tenue sol invernal, los hombres dirigidos por Guillermo Barros realizaron trabajo táctico en media cancha y después continuaron con unos ejercicios de disparos en un ambiente distendido, lejos de la tensión vivida el 24 de noviembre a su llegada al estadio Monumental de River Plate para disputar el encuentro decisivo.

'Es una final medio rara. Como jugador creo que es importante no perder el foco porque es una final de Libertadores. Pero jugar en Madrid un River-Boca... es raro', aseguró tras el entrenamiento el atacante Carlos 'el Apache' Tévez.

Una treintena de aficionados xeneizes se acumulaban en las rejas de las instalaciones de la federación, con la esperanza de ver a sus héroes.

Junto a ellos, más de cuarenta cámaras de televisión seguían la sesión, una movilización vista en España para los clásicos Barcelona-Real Madrid o una semifinal de Liga de Campeones.

Por su parte, River Plate aterrizó en el aeropuerto de Barajas el jueves por la mañana y no tiene programado su primer entreno hasta las 18h00 locales (17h00 GMT) en el recinto deportivo del Real Madrid en Valdebebas.

Los dos grandes rivales porteños, que empataron 2-2 en el partido de ida en la Bombonera de Boca Juniors, se opusieron inicialmente a llevar el desenlace de la superfinal a España.

Con su instalación en la capital española parece desvanecerse el temor a un nuevo aplazamiento del encuentro después del acordado el 24 de noviembre tras los violentos incidentes ocurridos en el Monumental de los 'millonarios'.

Ese día, hinchas ultras de River apedrearon el autobús de Boca y lanzaron gas lacrimógeno que penetró por las ventanas rotas del vehículo, dejando a varios jugadores xeneizes sin condiciones de jugar.

Boca Juniors exigió sin suerte la victoria en los despachos, estimando que su histórico rival debía ser sancionado por esos actos de su hinchada.

Aplazado inicialmente al día siguiente, el partido se disputará finalmente el 9 de diciembre en terreno neutral en el estadio Santiago Bernabéu, donde se espera la asistencia de miles de argentinos residentes en España.