Habla tan rápido como sus lanzamientos, con algo de acento dominicano y con las típicas muletillas de beisbolista ('oye, caballo', 'vamos pa’ encima', 'hay que hacer el trabajo'), pero a John Jairo Romero, pitcher cerrador de la selección Colombia que participará en el Mundial Sub-23, se le entiende claramente lo que transmite: emoción, ganas, pasión y amor por la pelota caliente.
'Muchos se asustan, cogen nervios, pero esto es de corazón, cuando uno tiene corazón en el béisbol, todo pasa, hay que disfrutarlo, es una bendición de Dios', manifiesta Jhon Jairo con una firme convicción.
El lanzador bolivarense, de 23 años y corte excéntrico, respira béisbol desde que tiene uso de razón. Creció entre bates y manillas, rodeado de familiares dedicados a este deporte, como su padre, Javier Romero, y su primo, el pitcher Carl Lewis Triana, que el año pasado hizo parte del representativo nacional que se destacó en el Clásico Mundial.
'Llevo el béisbol en la sangre', dice el pelotero que empezó a formarse con Nelson Blanco. Sus primeros pasos en los diamantes fueron de rodilla. Jugaba como receptor y bateaba muy bien, pero a los 20 años fue firmado como lanzador. Manuel Esquivia, actual coach de pitcheo de la Selección sub-23, le dio la oportunidad de levantar el vuelo hacia los Cachorros de Chicago, organización de Grandes Ligas donde conoció a uno de sus ídolos, José Quintana.
El zurdo estelar de los Cubs le tendió la mano al joven derecho y le brindó consejos. 'Compartimos mucho en el ‘Spring Training’ (entrenamiento de primavera), desayunábamos mucho en la misma mesa, es un pelotero humilde, todos quieren ser como él por esa humildad', elogia Jhon Jairo sobre Quintana.
'Me aconsejó atacar los peloteros, más que todo, que el juego define todo, que hay depresión y fanáticos, pero la voz del cátcher y del mánager es lo que importa, que uno tiene que estar concentrado en el montículo', agrega el apagafuegos que pasó a los Nacionales de Washington este año.
El chico que creció en el barrio Buenos Aires de Cartagena también admira a otros serpentineros coterráneos como Julio Teherán y Tayron Guerrero, un relevista que alcanzó las 104 millas en esta temporada con los Marlins de Miami.
'¡Wao! 104 millas. Me gustaría estar encima de él, todo cerrador quiere eso', dice con desparpajo.
Por lo pronto, Romero está lanzando rectas de 97 y 98 millas por hora, pero entrena 'con dedicación y esfuerzo' para mejorar y ascender a Grandes Ligas. 'Estamos a un paso de ese sueño, este año terminé en Doble A con los Nacionales de Washington, empecé con Cachorros en Clase A fuerte'.
Mientras llega la hora de seguir la lucha en Las Mayores, se concentra en el desafío mundialista de Colombia, donde será el principal candado del mánager Jair Fernández.