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Una moneda de $500 decidió la suerte de Raúl Chaparro en el fútbol. Primero fue su madre quien le dijo que escogiera entre el balón o los estudios. Luego fue el técnico Julio Comesaña quien le puso a elegir entre ser arquitecto o seguir en las canchas. Después de tomarse un trago, este barranquillero lanzó la moneda y apareció la cara del fútbol. El resultado no fue malo, Chaparro supo ganarse un lugar en el Junior y celebró los títulos de 1993 y 1995.

Pero Chaparro no le dejó todo a la suerte, cuestionó a Dios, que se le apareció en el camino para iniciar su evangelización, y ahora regresó al fútbol para buscar lo que le debe.