Faltando 36 horas para que se acabara el 2017, Daniel Marriaga entrenaba en la oscura sede de la Liga de Gimnasia del Atlántico, ubicada debajo de las graderías de la tribuna oriental del estadio Metropolitano Roberto Meléndez.
Entre barras paralelas oxidadas, colchones debilitados por el pasar de los años, murciélagos deslizándose por el viento sin punto fijo y a expensas del constante retumbar de la barra de ‘Los Kuervos’, Marriaga exhibe su flexibilidad.
Hace una década conoció el universo de las acrobacias. Desde los ocho meses regalaba pinceladas del camino que tomaría en su vida.
'Era un pelao muy tremendo. Desde los ocho meses me paraba de manos (risas). Eso no era muy normal a esas edad. Luego, un profesor de Educación Física de apellido Altamar, cuando estaba en tercer año, me guió. Se lo agradezco mucho y gracias a él, que me impulsó, estoy acá', destaca el joven de 17 años.
Sus inicios fueron tan complejos como sus cabriolas. 'Mis hermanos me llevaban a entrenar. A veces escaseaba el dinero para pasajes, pero esa época se ha superado'.
El 2017 fue un año placentero para su orgullo. En Mar Del Plata, Argentina, su nombre lució en el podio. Una medalla de plata en el Suramericano, en la modalidad salto, fue la cosecha del deportista de un metro y 64 centímetros de estatura. Fue el mayor de sus logros en 2017 donde también lució en el Campeonato Nacional Abierto y Juvenil de Cúcuta (dos medallas de plata y un bronce), el Nacional Preinfantil, Infantil y Juvenil AC4 en Medellín (oro, plata y dos bronces) y el Campeonato Nacional de Cali (oro, plata y dos bronces).