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Alberto Contador cedió al colombiano Nairo Quintana en esta edición de 2016 el trono que mantenía impoluto en la Vuelta a España, una prueba en la que contaba por triunfos sus tres participaciones, pero lo que no perdió el español entre Galicia y Madrid fue protagonismo en la carrera.

Contador, fiel a su costumbre cuando no gana, no acabó ni en el podio, que el último día le arrebató otro colombiano, Esteban Chaves. Pero si algo quedará en el recuerdo de esta Vuelta será su inesperado ataque en el arranque de la corta etapa con final en Formigal. Un movimiento táctico que decidió la carrera en beneficio de Quintana y en perjuicio de Chris Froome.

El madrileño reventó la carrera, desarboló como no se recuerda al británico y concitó todas las miradas. Algo que, ya con el zurrón de los triunfos repleto -siete grandes: dos Tours, tres Vueltas y dos Giros-, le satisface más que dignas presencias en un cajón que solo entiende aupado a lo más alto.

Rememoró el de Pinto Fuente De, otro nombre mítico en su carrera. Aquella estrategia con la que arrebató a Joaquim 'Purito' Rodríguez la Vuelta que ya tenía ganada en 2012. Un día que alimentó su leyenda y relanzó una carrera manchada por el dopaje que le dejó sin un Tour y un Giro.

De mantener esos dos triunfos, sumaría nueve grandes, solo menos que Eddy Merckx (11) y Bernard Hinault (10). Ahora tiene también por delante a Jaques Anquetil (8) y está igualado con Miguel Indurain y Fausto Coppi.

Solo citar los nombres entre los que se sitúa Contador en la historia explica la envergadura de su figura, su desinterés por los puestos secundarios y la sed de gloria que le lleva a estar continuamente al abordaje.

A alguien como él, dominador del pelotón internacional en el trienio 2008/2010 -dos Tours, un tercero que no pudo correr, una Vuelta y un Giro- y capaz de sumar otras tres grandes -dos Vueltas y un Giro- a su regreso del episodio de dopaje, ser segundo o acabar en el podio no le llena.

Lo que quiere son titulares y el cariño de los aficionados. Y a fe que se lo trabaja. Tanto que en esta Vuelta ha tenido a todo el pelotón, incluidos los dos grandes favoritos, Quintana y Froome, pendientes de su rueda.

Fue la rueda a seguir que perdió Chris camino de Formigal y a la que se aferró Nairo hasta el Alto de Aitana. Una última subida con el colombiano ya solo pendiente de Froome y en la que Contador se cayó de un podio que no veía con malos ojos, pero tampoco como objetivo. Si acaso, como premio a una presencia en el primer plano de la carrera que buscó, tuvo y le mantiene como estrella del pelotón.

Un tesoro incalculable de cara a su nueva vida a partir de 2017, un proyecto que todos los rumores sitúan en el Trek y que asegura, si no resultados, si protagonismo. El que siempre tiene Contador en todo lo que hace.