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De la misma forma que Hannah Arendt se encarga de argumentarnos que existen tantas verdades como sujetos mismos, Diego Pablo Simeone nos muestra, cada vez con más fuerza, que existen muchas formas de jugar al fútbol, y que todas son válidas. No existe, pues, una verdad absoluta en ningún área: ni en la política, ni en el fútbol. El Atlético de Madrid es un grito de guerra hacia las grandes potencias del mundo deportivo: un equipo con presupuesto menor a clubes como Barcelona o Bayern Múnich, es capaz de hacerles frente y superarlos con trabajo en equipo y una manera distinta de jugar a la pelota. Todo esto lo lleva a la gran final de la Champions League, donde se verán las caras nuevamente con el rival de patio, el todopoderoso Real Madrid, una corporación de dimensiones monstruosas a base del poder del capital que posee su dueño, el señor Florentino Pérez.

Atlético de Madrid, el histórico rival de los blancos, simboliza al madrileño de a pie, ese que disfruta cada triunfo como si fuera el último, por lo escasos que son. Pero, de un tiempo para acá, el ‘Cholo’ Simeone, argentino de nacimiento, se ha encargado de enterrar ese historial largo de derrotas y de brindarle alegrías a una afición que estaba ávida de gloria. Pero, no lo hubiese logrado sin una filosofía de juego, y hasta de vida, bien establecida para él y sus jugadores. Una premisa es clara: el esfuerzo colectivo potencia las individualidades, y no al revés, como sucede en tantos clubes con estrellas, como el caso del Real Madrid. Es casi que un socialismo futbolero, donde, si algún compañero necesita un relevo en marca, se observa rápidamente a dos o tres jugadores yendo a apoyarlo, moviéndose en bloque y afianzando la idea de jugar cada balón como si fuera el más importante de sus carreras.

Por allá en 2014 ganó su primera liga española, un torneo de 38 fechas (un año) donde compite directamente con los dos equipos más grandes del mundo: Real Madrid y Barcelona. De hecho, hasta ese campeonato, entre Barca y Real se habían repartido los últimos diez trofeos de campeón, lo que exalta mucho más la gesta de los dirigidos por el Cholo. Fue una afrenta directa a los monarcas del fútbol mundial, acabando así con los paradigmas que se establecieron en la gente y que hacía ver estos clubes como invencibles.

Bernard Crick mencionó en su libro ‘En Defensa de la Política’ que las ideologías no son las que sostienen una nación, sino la unión de las fuerzas mediante una acción política donde la ideología es solo un componente secundario. Asimismo, Simeone demostró una vez más que en su equipo no interesa atacar o defender. 'Mi objetivo es potenciar a mis jugadores, y de esa forma conformar un equipo competitivo', dijo el Cholo luego de clasificar a la final, basando esa potenciación en una filosofía de juego donde lo más importante es el triunfo colectivo. La ideología del ‘Cholismo’ que triunfó en el fútbol europeo.

* Estudiante de noveno semestre de la Universidad Autónoma del Caribe.