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…Y ahí estaba yo. Sentía la adrenalina, los nervios, el susto y la euforia apoderándose de mí. Mis pies descalzos hacían contacto con la baranda y la brisa jugaba con mi cabello. Esos instantes previos en los que no veía a nadie ni entendía nada fue lo que viví minutos antes de lanzarme al vacío, de lanzarme a las aguas del río Magdalena.

Como que necesitaba un pellizco. Me encontraba en un estado aparte. No fui consciente de todo hasta cuando ya me encontraba colgando de la cuerda que aseguraba mi regreso a la seguridad y estabilidad del Puente Laureano Gómez, más conocido como Puente Pumarejo.

¿Cómo llegué ahí? ¿Cómo se me ocurrió tirarme en ese espacio entre el puente y el río? ¿Cómo acepté ese desafío que para unos es aventura y para otros locura?... Gracias a la invitación de los bogotanos Juan David Quintero y María Fernanda Sierra, gestores de ‘Yo Eskalo’, la empresa itinerante que por estos días, desde el Sábado de Carnaval, impulsa la práctica del bungee jumping en uno de los puntos más emblemáticos de Barranquilla.

Transeúntes, motos, carros, buses y hasta mulas se detenían para entender lo que sucedía en la mitad del puente. Mientras los ‘valientes’ nos atrevíamos a hundirnos en el espacio de 21 metros que separan al puente de la superficie del río, los curiosos sacaban sus celulares para capturar cada movimiento del momento.

Desde las 9:45 de la mañana de ayer, la pareja de amigos llegó al puente en compañía de Laura Martínez y Sebastián Pulgar, colaboradores de ‘Yo Eskalo’, para instalar los arneses, las cuerdas, los mosquetones y el resto del sistema de seguridad con el que trabajarían todo el día.

Luego de haber finalizado la instalación de forma ágil, Juan David se dispuso a lanzarse con una pirueta doble para comprobar que todo se encontrara en óptimas condiciones. Una vez arriba el experto, le correspondió el turno a Mafe, quien adoptó pose de Supergirl para ser lanzada con ayuda de 5 jóvenes que se acercaron a la baranda del puente para observar la propuesta de deporte extremo de este dúo de capitalinos, que permanecerá disponible en la ciudad hasta mañana.

'En Neiva surgió la idea de venir a hacer bungee jumping por el interés de Laura, que es quien nos ha colaborado. Ella me escribió en enero para preguntarme cuándo veníamos a Barranquilla', explicó Juan David.

Después de que se lanzaron los dueños, llegó mi hora. El corazón comenzó a latir más fuerte. Las manos me sudaban. Hecha un manojo de nervios bien disimulado di el sí definitivo. En cuestión de segundos aseguraron mi integridad con una cantidad de cuerdas que me protegían de pies a cabeza. Arnés, soga, casco (con una cámara GoPro encima) y mucha buena energía para llenarme de confianza.

A medida que me acercaba al límite en donde se debe saltar, me daban las últimas recomendaciones y palabras de aliento. 'No importa cuántas veces uno se tire, siempre va a ser distinto', me decía María Fernanda, a la vez que escuchaba al fondo a curiosos que exclamaban: '¡Ni a palo me tiro yo!', '¡Ni que me paguen el Baloto!'.

'Pensé que estaba rescatando un ahogado, pero están es tirándose por diversión', se sorprendió un vendedor de cocos mientras se abría paso con su carretilla.

Sebastián se toma un minuto para decirme cómo debo lanzarme a los 21 metros de vacío y cómo tengo que asegurar el elástico principal. Tomo aire, respiro, vuelvo a respirar, me reflejo en las gafas negras que tiene puestas mi asesor y le digo sin más ni menos: '¡Tírame!'.

El montaje

La cuerda de bungee está hecha de látex y se estiran hasta un 300% de su tamaño normal. Usan tres puntos de anclaje, con cuerdas de 11 mm, de poliéster y nailon. Se conecta a un mosquetón de 50 kilonewtons que va directo al bungee. Usan arnés full body que hace todo el trabajo del salto y además tienen un arnés pélvico que sirve de respaldo.

Silencio total

El tiempo se congela, no hay chance para reaccionar ni para gritar. Las palabras se me quedan atoradas en la garganta y veo mis pies volando sobre el aire. Luego la realidad, el elástico jaló mi cuerpo y quedé colgando. Me lanzan una cuerda que debo asegurar a otra más y empiezan a tirar de mí para elevarme. Mientras eso sucede, la majestuosidad del río, su fuerza y su presencia fluyen bajo mi cuerpo. Cerca de 3 minutos después me encuentro sentada en la baranda del puente cogiendo aire, tratando de hallar palabras para describirlo, y lo único que puedo decir a los que están a mi alrededor es 'tírense que vale la pena'.

Juanda y Mafe son los primeros en acercarse para felicitarme. Este par de jóvenes, que llegaron a la ciudad para cargarse de Carnaval y energía, y que encontraron en el barrio La Chinita el mejor lugar para conocer la ciudad y estar cerca del río, aseguran que la experiencia y la acogida han sido maravillosas.

'Los barranquilleros nos han recibido muy bien. Nosotros no hicimos tanta publicidad, solo contacto por redes sociales. Ya han saltado varias personas con nosotros, unas 60, y ha sido excelente', comentó Juan David al tiempo que preparaba el lanzamiento a un argentino que llegó en compañía de su hija de 13 años, también preparada para el reto.

La gente se fue aglomerando e interesando en medírsele a esa inyección de adrenalina. Entre la multitud surgió Freddy García, un bogotano que también vino por la rumba carnavalera y que ya se disponía a dejar la ciudad.

Antes de mandarse al vacío preguntó si era seguro, si no era riesgoso. Juan David lo tranquilizó contándole que tenía el permiso pertinente de Invías para la práctica del bungee jumping en el Puente Pumarejo (y EL HERALDO constató su existencia). Una vez convencido, Freddy pidió el sistema de seguridad, canceló los 50 mil pesos que cuesta el ratico de emoción y adiós puente. 'Deliciosa la adrenalina. Tuve nervios desde que me lancé y todavía estoy nervioso. Llegué para disfrutar el Carnaval y cierro con esta experiencia mi visita', comentó entusiasmado.

El proyecto

‘Yo Eskalo’ es una empresa de deportes extremos que trabaja principalmente en Bogotá. La oficina queda en Chía y desde ahí operan en zonas del norte como Suesca, el puente del Sisga. Están constituidos desde mayo de 2013 y hacen parapente, escalada, torrentismo, bungee jumping y paracaidismo, entre otros.

Con 11 años de experiencia y la realización de varios cursos, Juan David asegura que el bungee sirve como terapia. 'Aquí las personas enfrentan sus miedos. Es una batalla con ellos mismos. Aquí deben confiar en sus capacidades. El punto está en que sí se puede', dijo.

Los dueños de ‘Yo Eskalo’ quedaron tan contentos con lo vivido en curramba que ya se están programando para volver en Semana Santa.

Mi paso a paso

Lo primero que hicieron fue instalar el arnés y verificar que estuviera bien asegurado, luego prosiguieron a ubicar el casco, el cual tenía una cámara tipo GoPro. Al ubicarme en la posición escogida me dieron las últimas indicaciones, palabras de aliento y chao puente.