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El llanto de los jugadores brasileños lo decía todo. Óscar, David Luiz, Thiago Silva –que no jugó- y el portero Julio César, el mayor sacrificado al encajar los siete goles, estaban inconsolables. En las tribunas del Mineirao muchos de los hinchas brasileños que se quedaron hasta el final para presenciar la debacle del equipo de Scolari también eran un mar de lágrimas. Otros descargaron su rabia cantándole el ole a los jugadores auriverdes.

Mucha gente se fue del estadio de Belo Horizonte al final del primer tiempo. Para ellos la Copa del Mundo había terminado a manos de los alemanes, como también la mentira del conjunto de Felipao, que llegó hasta semifinales sin convencer plenamente a sus torcedores.

Ya lo había dicho Tostao, integrante de la fabulosa selección campeona en México 70, que ahora es un prestigioso columnista de Folha de Sao Paulo: 'Si el Mundial no se jugara en Brasil, hace rato estuviéramos eliminados'. Y se dio así. Los alemanes desnudaron todas las falencias de Brasil, lo que no pudieron hacer sus rivales en la Copa Confederaciones el año pasado y tampoco aprovecharon quienes lo enfrentaron en esta Copa del Mundo.

El optimismo que se veía en las calles de Sao Paulo antes del encuentro que se iba a jugar en Belo Horizonte se vino al piso al termino del juego. Una turba saqueó una tienda de electrodomésticos. También se reportó un incendio de grandes proporciones en un patio de autobuses fuera de uso en la región de Guarapiranga, al sur de Sao Paulo. El local pertenece a la empresa transportadora VIP, que señaló desconocer cuántos vehículos estaban en dicho patio.

El hombre más odiado hoy en Brasil, al que la mayoría quiere llevar a la horca, es el técnico Scolari. 'Felipao creyó que jugar en casa y con el apoyo de la torcida bastaba para salir campeón, pero se encontró con un equipo que hace lo que no hace Brasil: jugar fútbol', escribió ayer David Coimbra, columnista del diario Zero Hora.

Otro periodista consultado por EL HERALDO, Alex Sabino, del diario Folha de Sao Paulo, dijo que Alemania jugó como quiso y calificó la derrota de Brasil como una 'humillación'.