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Mientras el debate sobre la inmigración va en aumento y se enfoca en el cruce de fronteras, la directora argentina Julia Solomonoff presenta una perspectiva original sobre la emigración latinoamericana hacia Estados Unidos, en donde su protagonista excede el tiempo de su visa, un fenómeno que afecta al 40% de los inmigrantes indocumentados en ese país. Además, en esta historia, la travesía no es para obtener una Green Card, sino para que el protagonista confronte las verdaderas razones por las que abandonó su hogar y redefina su historia en sus propios términos.  

Se trata de Nadie nos mira, el tercer largometraje de esta directora radicada en la ciudad de Nueva York, que tuvo su estreno mundial en la pasada edición del Festival de Tribeca en la Gran Manzana, y este jueves llega a las salas de cine del país.

En Nadie nos mira, Nico, de 30 años, deja una prometedora carrera actoral en Argentina por una ruptura romántica con su mentor, un hombre casado. Aterriza en Nueva York, atraído por la creencia de que su talento lo ayudará a encontrar el éxito por cuenta propia, probando así su valía. Pero esto no es lo que descubrirá.  

Muy rubio para interpretar personajes latinos y con un acento muy marcado para cualquier otro personaje, Nico no obtiene lo que espera y debe hacer malabares para sobrevivir. Reticente a regresar a casa y ser visto como un fracasado, logra mantenerse a flote gracias a su habilidad de pretender ser algo que no es, pero termina perdiéndose en sus propias mentiras. Theo, el bebé del que cuida, se convierte en su único vínculo afectivo genuino, y su frágil mundo se ve sacudido cuando recibe la visita de su antiguo productor y examante.  

Protagonizada por Guillermo Pfening y Elena Roger, quien tuvo el rol protagónico en la versión de Broadway de 2012 de Evita, Nadie nos mira, es una coproducción internacional que se ubica en la frontera creativa entre la realización norteamericana independiente y el cine latinoamericano.