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'¿Habrá una segunda parte, verdad?', le pregunta una niña sonriente a sus padres tras ver la última escena de Avengers: Infinity War, la película número uno de la taquilla en el mundo y la de mayor recaudo en su estreno de la historia: 630 millones de dólares en su primer fin de semana. Sí, el universo cinematográfico de Marvel lo ha hecho de nuevo. Detrás de su estela de superhéroes han quedado completamente destronados las carreras callejeras de Fast & Furious, los jedi vs. sith de Star Wars y los temidos dinosaurios de Jurassic Park.

Así que sí, pequeña. No tengas duda de que Marvel guarda una ‘gema’ bajo su manga. El film número 19 antecede a otro que se estrena el año que viene y que aparentemente sería el fin de un ciclo... para comenzar uno nuevo.

Eso, por supuesto, quiere decir que esta cinta, que ha propiciado –como de costumbre– un sinnúmero de teorías conspirativas, debates, reflexiones y análisis, no es otra cosa que una jugada maestra del gigante del mundo ficticio, que ya ha demostrado que sabe usar y repetir sus fórmulas.

La pieza, pese a todo, ha cuestionado a algunos espectadores por su supuesto mensaje fascista – oculto para unos, obvio para otros– que nace del discurso del supervillano Thanos, un titán genocida que justifica la destrucción de la mitad de la humanidad como arma para equilibrar el mundo y combatir el hambre y la pobreza. Ante esa idea de matanza al azar se enfrentan más de dos docenas de superhéroes, que intentan con todas sus fuerzas detener a Thanos y a todo su ejército.

En Colombia, esa discusión tuvo más resonancia luego de que el senador Roy Barreras pidiera la intervención de las autoridades para regular su contenido.

'Llevé a mis hijos pequeños a ver la película Avengers Infinity War. Sorprende que nadie haya advertido el mensaje fascista triunfante que transmite y legitima formas de genocidio y es para niños. No creo que haya ingenuidad en Marvel. Pediré a autoridades evaluar e intervenir', escribió el congresista el pasado lunes. De inmediato, miles de internautas reaccionaron en su contra con críticas y ofensas. Muy pocos lo respaldaron.

Ante el debate y los interrogantes sobre ese final, EL HERALDO se dio la tarea de invitar a cuatro expertos a analizar el contenido de Los Vengadores: el cineasta español de origen iraní, Homer Etminani, que regresó a una sala de cine comercial después de 24 años solo para ver Avengers; el docente, crítico y formador de públicos en Cinematografía, Julio Lara; el productor de televisión con estudios en Cine Documental y en Comunicación (entre otros), Alfredo Sabbagh, y la historiadora y magíster en Estética e Historia del Arte, María Camila Núñez.

¿Apología narcisista?

Por Homer Etminani

Pude comprobar, una vez más, que mis descubrimientos me devuelven a mis prejuicios. El filme es un producto diseñado para matar el tiempo. Ritmo frenético, diálogos superficiales, sobredosis de efectos especiales y, como diría Peter Greenaway, puro texto ilustrado: filmar literatura.

No hay ninguna experimentación con las formas cinematográficas sino que se replica un molde preestablecido por la industria. Por eso, a pesar de que se muestre en una sala oscura y pantalla grande, no es cine, que es una forma de arte, la más sublime de todas. Por tanto, no hay nada de qué hablar en cuanto a cinematografía. Sobre el contenido, por un lado se repite la apología narcisista y nacionalista. De nuevo queda claro que la ciudad de Nueva York es el centro del Universo y que ante cualquier ataque, el país que alberga esa ciudad y que posee los superhéroes tiene la autoridad para ser los policías o guardianes del planeta y del universo. Por otro lado, se ha generado cierta polémica en las redes por el supuesto mensaje que deja la película: se plantea eliminar el 50% de la población para garantizar los limitados recursos. Pero ciertamente, no sé dónde está la polémica... Que en una película fantasiosa hablen los animales, que se enamoren las esponjas o que haya sangre a raudales forman parte de las normas del juego.

Mensaje suavizado

Por Julio Lara

Este es otro ejemplo del Hollywood espectacular. La película presenta unos villanos con personalidades fuertes y convulsas, cuyos dramas, sin embargo, tampoco llegan a ser tan oscuros y profundos como los que el cine independiente americano ya nos ha presentado. La fórmula de Marvel genera resultados, no desencanta y desde luego, entretiene. Thanos, quien da esa impresión de fascismo, tiene en últimas lo mínimo que debe contener un villano para generar una oposición de tantos en contra. Es alguien que tiene claro que para tener una balanza equilibrada debe plantear una extensión de dominio, así como convencer de que lo hace no solo por su bien, sino por el bien de todos. Es, pese a todo, tan villano como todos los grandes villanos de antes, incluso como los villanos que ocupan puestos en la política internacional y nacional. El mensaje fascista, entonces, está presente pero diluido entre toda esta mecánica efectista. Incluso es suavizado. Marvel se preocupa por suavizar para no generar censura porque eso equivale a pérdida de ingresos. Lo hacen, por ejemplo, con ese humor sencillo, que roza con el chiste simple. Así evitan que el discurso adquiera un tono más formal y adulto, que sí alcanza el cómic.

Amenaza creíble

Por María Camila Núñez

Uno de los elementos más fuertes de Infinity War, es Thanos, su antagonista. Esto es algo difícil de lograr en las películas basadas en cómics de superhéroes en las cuales por lo general, el villano no genera una impresión trascendental o representa una amenaza creíble para el público. Thanos encarna un tipo de maldad familiar: el fascismo y el genocidio. Es un personaje complejo, con argumentos de peso y motivaciones claras, teniendo en cuenta que presenta una verdad objetiva: los recursos de los planetas son finitos y la población incrementa desmedidamente, desperdiciando y corrompiendo los elementos esenciales para la supervivencia. Sin embargo la solución que propone es el genocidio de la mitad de la población del Universo. Como espectadores sabemos que sus amenazas son reales ya que se han cumplido en nuestro planeta numerosas veces, tomando como ejemplo el genocidio judío, romaní y homosexual de la segunda guerra mundial, el genocidio armenio de comienzos del siglo XX, el genocidio del pueblo Mapuche y otras civilizaciones nativas del continente Americano.

Nada nuevo

Por Alfredo Sabbagh

Me sorprendió encontrar un intento de polémica alrededor del tema, del mensaje y los personajes de la película. Avengers está enmarcada dentro de un universo fantástico y dentro de unos personajes que existen hace medio siglo. La película es la continuación de un argumento que aún está inconcluso porque lo que ocurre es una invención armónica con continuidad lógica que ya se ha mostrado en las películas de hace una década. En ese sentido, lo que vemos no aparece de la noche a la mañana. Quizás estamos hilando muy fino y tratando de hacer lecturas profundas a algo que no quiere ser nada distinto a un espectáculo, un filme líder en taquillas, que vende muchas palomitas, camisetas y perros calientes. Recuerdo que en los sesenta se analizaba, en la teoría crítica de la comunicación, las construcciones mediáticas a partir del Pato Donald, como representante de la hegemonía americana. Así podemos encontrar numerosos ejemplos: la Revolución bolchevique, Hitler, Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, todos utilizaron el cine como propaganda. No estamos viendo nada que no haya pasado ni que no vaya a seguir pasando.