Los ojos de Diana Uribe se iluminan cuando recuerda el instante que antecedió a nuestro encuentro, cuando una veintena de seguidores corearon su nombre con la esperanza de recibir de ella un saludo, la firma de un libro y una serie de palabras que, como solo ella sabe, describan el pasado de la humanidad a través de un lenguaje comprensivo y encantador.
Su conferencia en el marco del último día del Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla abordó la importancia de la pandemia como una experiencia de reconexión con los abrazos que, según define, son la muestra crucial de la fuerza vivificante del ser, en una serie de días de fiestas que alejan la noción de la desigualdad de clases para mezclar a unos con otros como semejantes.
A su vez, recalcó que estos días de fiesta, como los que vive hoy Barranquilla, normalmente se desarrollan en los días previos al miércoles de ceniza bajo una premisa más bien aldeana de la idea cristiana que por años gobernó en el panorama mundial: el que peca y reza, empata.